KategorijaArticles in Spanish

Las dos vidas de Duci Simonovic

L

DE MITOS Y MALDITOS

 

Siempre he sentido una especial afinidad por los malditos. Grupos de música malditos, películas malditas, jugadores malditos. Tal debe ser mi afinidad, que todo el mundo a mi alrededor siempre me ha llamado “maldito…” (poner un adjetivo descalificativo), aunque nunca he acabado de entender la relación. Bueno, es igual. El tema es que desde siempre me han atraído esos personajes con historia detrás, a veces truculenta, otras simplemente peculiar. Lospudo ser y no fue, los que llegaron a serlo pero sólo en sus círculos más íntimos y jamás fueron reconocidos por el gran público… no creo que haga falta alargar esta introducción. Que lo que viene ya es suficientemente largo.

1970. Después de muchos años intentando llegar hasta lo más alto, Yugoslavia consigue por fin una medalla de oro, aunque uno de sus grandes emblemas históricos, Radivoje Korac, no podría vivir el éxtasis por un sólo año. En Ljubljana, y ante su público, doce hombres, doce héroes, pasaron al imaginario particular como los pioneros de lo que  en  el  futuro  sería  una  amplia  lista  de  campeones.  Dirigidos  por  Ranko  Zeravica,  los doce elegidos fueron Rato Tvrdic, Vinko Jelovac, Trajko Rajkovic, Aljosa Zorga, Dragan Kapicic, Ivo Daneu, Kresimir Cosic, Damir Solman, Nikola Plecas, Dragutin Cermak, Petar Skansi y… Ljubodrag Simonovic.

Aquel oro levantado por el mito Daneu y protagonizado por Kresimir Cosic significaba la apoteosis de la generación clásica del baloncesto yugoslavo, que se veía complementada por un grupo de jóvenes de evidente calidad. Tres años después, en el Europeo de Barcelona, daría comienzo la auténtica primera época dorada, en la que los Slavnic, Kicanovic, Dalipagic, Jerkov y posteriormente, Delibasic o Radovanovic se unían a los que fueron los jóvenes del éxito de Ljubljana –que ahora cambiarían su status por el de veteranos- en lo que pasó a ser la selección por excelencia de Yugoslavia hasta que, a finales de los ochenta, otro grupo muy diferente – aunque heredero en espíritu- le disputaría el título honorífico. Hubo varios nombres del Mundial que permanecerían en la etapa posterior, esto es, los Solman, Kapicic, Plecas, Jelovac… hasta que cedieron el testigo definitivamente en la segunda mitad de la década. Uno siempre pensó que los pioneros de Ljubljana que no protagonizaron los éxitos posteriores cayeron producto de una selección natural, ya fuera por edad avanzada o porque sus sustitutos tuviesen más calidad. Y Simonovic no pasó de los Juegos Olímpicos de 1972. Así que…

No sé por dónde empezar. Seré original y lo haré por el principio. Ljubodrag Duci Simonovic nace en Banja Vrnjacka en 1949. A los 11 años, pasa a formar parte de las categoría inferiores del Sloga de Kraljevo, el club del que años después surgiría un tal Vlade Divac. A los 16, es fichado por el Estrella Roja de Belgrado, equipo que integraría durante 11 temporadas.

Simonovic era un jugador de un talento excepcional. Un escolta que en ocasiones podía desempeñar labores de base, producto de una técnica individual depuradísima. Su repertorio ofrecía un compendio de los clásicos fundamentos balcánicos, con una gran fluidez de movimientos y una elegancia natural que le situaba en la estela de los posteriores –algunos, no demasiado- Mirza Delibasic o Toni Kukoc. Gran facilidad para marcar los pasos o la carencia de ellos, multitud de paradas diferentes, un estilo impecable pasando y botando el balón con ambas manos… y el lanzamiento. Siempre el lanzamiento. Veloz a la vez que armonioso, Duci era de ese tipo de jugadores que cada vez que se levantaba en una suspensión, parecía que el destino inevitable en el vuelo de la pelota tenía que ser besar la red con ese sonido tan embriagador que tanto echamos de menos en muchos parques al aire libre. Desde cualquier distancia, en movimiento o con los pies encarados, Simonovic era un arma mortífera. Además, y por si fuese poco, era un hombre muy intenso en la pista. O eso se desprendía de sus arengas a los compañeros, protestas a los árbitros, peleado a veces con el mundo para pocos segundos después darle una palmadita al que acababa de errar. Un carácterde esos. Hablando con Svetislav Pesic, un jugador de la misma generación del 49, le pregunté por Duci. “Simonovic ha sido uno de los grandes talentos de la historia del baloncesto yugoslavo”. “¿A la altura de los más grandes?”.“Sí, su calidad era enorme, comparable a un Kicanovic o un Petrovic”.

        A ver quién encuentra alguna foto mía como jugador que no sea esta…

Un talento de sus características no pasó desapercibido para los técnicos yugoslavos. Y desde bien joven se acostumbró a las grandes expectativas a su alrededor. Así, en 1964 y con tan sólo 15 años, ya formaría parte de la selección yugoslava junior –u19- en los Juegos de los Balcanes de Atenas, rodeado de jugadores varios años mayor que él como Janko Lukovski – padre de Dragan-, Ivica Valek o Nikola Plecas. Siempre por delante de los demás miembros de su generación, que participarían en ese campeonato cuando por edad les correspondiese años después, Simonovic era la gran estrella de una promoción ya de por sí abundante en talento. Tanto es así, que Simonovic y Solman, de su misma edad, fueron convocados por Ranko Zeravica con la selección junior que participó en el Europeo de la categoría disputado en Il Porto de San Djordjo con la generación anterior a la suya, la de los Cosic, Zorga, Kapicic o Tanjevic, que consiguió la plata en un torneo recordado por la aparición internacional de dos pívots, dos iconos, que marcarían el baloncesto continental en las siguientes dos décadas: Dino Meneghin y el propio Cosic. Aún siendo más pequeño que sus compañeros, Simonovic tuvo una destacada actuación, convirtiéndose en el tercer máximo anotador del equipo, a tan sólo dos puntos totales del segundo – Zorga- y no demasiado lejos del gigante Cosic. Su compañero de promoción Damir Solman también rayó a un gran  nivel,  pues  fue  el  cuarto  en  discordia  dentro  de  un  grupo  que  repartió  mucho  la  anotación.

Dos años después –y cuando ya llevaba tiempo siendo muy importante en el primer equipo del Estrella Roja- le llegaría el turno a su propia generación. En Vigo. Un equipo deslumbrante. Slavnic, Jelovac, Solman, Vucinic,Zecevic… y el propio Simonovic. Media futura selección absoluta estaba en aquel grupo de jovencitos. No ganaron el oro, aunque parece ser que a lo largo del campeonato se postularon como los grandes favoritos. Muchos años después, Vicente Salaner, en su rincón en El Mundo, escribiría una columna después de asistir a un partido dirigido por Vinko Jelovac en su periplo como entrenador: “Por cierto: ¡30 años ya! desde aquellas locas noches en la playa de Samil que acabaron quitando a unos agotados Solman, Slavnic, Simonovic y, claro, Jelovac, el título Europeo junior en Vigo que Yugoslavia tenía en el bolsillo: el tiempo enseña mucho.” 

Aquello no fue más que una anécdota en el historial de sus protagonistas. Simonovic y sus compañeros se consolidaron como estrellas de la liga yugoslava. Solman en la Jugoplastika, Jelovac en el Olimpia de Ljubljana y Simonovic –y Slavnic- en el Estrella Roja de Belgrado…

 

Esos equipos frikis que le gustan a sunara y a cheatum…

El Estrella Roja. Ah, ¿por qué tuvieron que existir equipos de estos antes de la masificación de internet? Qué injusta es la vida. Uno de los equipos más freaks que se hayan visto en Yugoslavia. Con una edad muy similar, casi simultáneamente llegaron al primer equipo del conjunto de Belgrado los jovencitos Slavnic, Simonovic, Vucicic y Kapicic –un año mayor-, que unidos al cañonero Vladimir Cvetkovic –padre de Rastko-, Radoslav Sarjanovic, Zoran Lazarevic y, posteriormente, a los Goran Rackocevic –padre de Igor-, Radivoje Zivkovic, o Zarko Koprivica formó un equipo que poseía tanta genialidad… como genio.

Porque nuestro protagonista, aún no lo he comentado, tenía una personalidad muy peculiar. Intelectual, de valores muy marcados, muy concienciado socialmente, intransigente con las actitudes que no compartía… su fama de díscolo le acompañaba. Estudiante de derecho y filosofía, lector de los grandes clásicos y seguidor de la ideología Marxista, Simonovic tenía una personalidad difícil dentro de los parámetros standard del deportista de élite. Y en aquel vestuario convivían el único e irreverente Moka Slavnic, el culto y educadísimo Dragan Kapicic –actual presidente de la Federación Serbia de Baloncesto- o un Cvetkovic que ya no había sido convocado con la selección para el Mundial de Ljubljana por su mala relación con Daneu, siendo como era un jugador de más de 30 puntos por partido. Aquel equipo era una de las reuniones de talento más excéntricas que se hayan visto por Europa. Cuenta la leyenda que uno de sus varios entrenadores durante ese período, Musa Bjegojevic, no podía formar un quinteto en que todos sus componentes se hablasen entre sí, y que en los tiempos muertos aquello era una cruce continuo de frases venenosas entre el corrillo, con 5 entrenadores en camisetas de tirantes y pantalones cortos que tenían mucho más claro lo que se debía hacer –aunque cada uno tenía su propio plan- que el pobre técnico. “Mete el micro”, que diría Trecet. A pesar de los diversos éxitos conseguidos por el Estrella Roja, la sensación que dejaron en el recuerdo fue que no exprimieron toda la capacidad que poseían. El título de liga de 1969 y el de 1972 fueron los únicos éxitos dentro de sus fronteras, pues los tres trofeos de Copa -71, 73 y 75- eran pequeños entremeses para lo que se suponía podían hacer.

En Europa, llegaron a tres finales de la Recopa casi consecutivas. En 1972, los de Belgrado cayeron por 4 puntos ante la Simenthal que dirigía Cesare Rubini, a pesar de los esfuerzos de Simonovic, que lideró a su equipo en anotación. Habían logrado llegar igualados a los últimos dos minutos, pero en los instantes finales los italianos se impusieron. Dos años más tarde, el Crvena Zvezda levantó el título ante el Spartak de Brno de Brabeneck, con 23 puntos de Kapicic y 19 de Simonovic. Pero al año siguiente, los de Belgrado protagonizaron una de esas historias que quedan en el recuerdo durante años. En la final que les enfrentaba al Spartak de Alexander Belov, se adelantaban 53 a 38 a falta de diez minutos para la conclusión. Todo parecía hecho, y más teniendo en cuenta que varios jugadores soviéticos acumulaban ya 4 faltas personales. Con todo en su contra, el Spartak remontó el partido, hasta lograr imponerse por un solo punto, 63 a 62, en una nefasta noche de Simonivic y Kapicic -5 y 3 puntos, respectivamente-, que el acierto de Slavnic, con 21 puntos, no pudo compensar.

Dremía, lo que debió ser aquel vestuario la noche de autos…

             Oye, Moka, ¿tú qué piensas de las decisiones del coach? Yo creo…

 

La fama siempre viene por la selección…

Paralelamente a los éxitos y fracasos del Estrella Roja, Duci Simonovic fue ganando importancia en la selección absoluta. Tanto él como su compañero Kapicic ya entraron en los planes de la Reprezentacija desde el Europeo de Helsinki’67 –un año antes de la plata junior en Vigo-. En aquel torneo, el siempre valiente Zeravica convocó a muchos jugadores de la generación del 48 y el 49, en lo que casi parecía una selección junior: Solman, Zorga, Cosic, Plecas… y Simonovic. El resultado fue un noveno puesto, pero en aquel momento el técnico serbio sólo estaba interesado en foguear a los jóvenes de cara al Mundial que se celebraría en Ljubljana tres años después.

Además, un mes antes el mismo grupo había conseguido conquistar los Juegos del Mediterráneo, así que el futuro  parecía  esperanzador.  Cabe  decir  que  aquel  mismo  1967 también  se  celebraría  el  Mundial  de Montevideo,   dónde   Zeravica   convocó   a  jugadores  más   veteranos   y   al   novel   Kresimir   Cosic.

En 1969, los mejores de aquella fantástica camada ya entraron definitivamente en la selección, y junto a los Radivoje Korac,  Ivo  Daneu,  Vladimir  Cvetkovic  y demás  ,  se proclamaron  subcampeones  de Europa en Napoles, rompiendo en la liguilla una racha de 55 partidos invicta por parte de la URSS. Simonovic era uno de los  jóvenes  consolidados.  En 1970  llegaría  el  oro  de  Ljubljana,  y  en  1971,  la  plata  en  el  Europeo  de Essen. Duci fue la gran estrella exterior del equipo, siendo el segundo máximo anotador -13.3- tras Kresimir Cosic, que anotó 15.7. La selección tenía dos figuras, totalmente complementarias, que podían jugar juntos más de una década, teniendo en cuenta la edad que tenían en ese momento.

Y en 1972 llegaría la fecha clave para entender el por qué hoy en día Simonovic casi nos suena más a sangría que a jugador de baloncesto. En el torneo olímpico de Munich, célebre por aquella canasta del Belov malo que tanto gustó a los estadounidenses, pasó algo que cambiaría la trayectoria y actitud de Simonovic. Tras ganar los dos primeros partidos del campeonato, ante Italia y Polonia, los plavi cayeron ante Puerto Rico por 5 puntos, 74 a 79. Pocas horas después, a la expedición yugoslava llegó la noticia de que los portorriqueños habían dado positivo en el control antidoping. Los jugadores se enojaron, y hablaron entre ellos, decidiendo que sólo continuarían en el torneo si el Comité Olímpico sancionaba a Puerto Rico. Cómo no, Simonovic era uno de los cabecillas del grupo. Pero, poco después, llegó una desagradable sorpresa. Ni el Comité Olímpico, ni la FIBA, ni el Comité Olímpico Yugoslavo estaban por la labor de destapar un escándalo de ese tipo. Presiones, intereses, favores. Y Simonovic, el concienciado Simonovic, decidió que abandonaba la selección. Nunca ha quedado demasiado claro si se le expulsó por dos años, si fue él mismo quién no quiso volver, o si las puertas se le cerraron de manera sutil. Pero el que era uno de los mayores talentos del baloncesto balcánico de todos los tiempos, nunca más volvió a ser convocado. Tenía 23 años, y 109 internacionalidades a sus espaldas. Al año siguiente, en Barcelona, llegarían los Kicanovic, Dalipagic y Slavnic –de la misma edad que Simonovic y que hacía su debut a los 24 años, aunque esa es otra historia también divertida-. Los compañeros de generación de Ljubodrag permanecieron en la Reprezentacija, formando un cóctel con los jovencitos que dominó durante varios años en Europa, consiguiendo además la medalla de Plata del Mundial de Puerto Rico y la de Montreal’76. Un equipo muy coral, en el que los minutos se repartían entre 10 u 11 jugadores casi por igual. A pesar de que la cercanía nos lleve a recordar a Dalipagic o Kicanovic, en los primeros campeonatos tras la fusión de generaciones los roles estaban muy repartidos. Pero no para Simonovic, que casi sería borrado del recuerdo,  pues  sus  apariciones  internacionales  se  limitarían  a  las  que hiciese  con  el  Estrella  Roja.

Y es que su nivel continuó siendo excelso. Tanto como su progresivo radicalismo. En víspera de su enfrentamiento contra el Joventut en la Recopa de Europa de 1975 –ya les había endosado 28 puntos en el enfrentamiento de 1972-, su entrenador, Nemanja Djuric, declaraba a El Mundo Deportivo: “Simonovic es extraordinario, pero está preparando su tesis de Derecho y no puede entrenar con el resto del equipo”. Su progresivo interés por las leyes y la filosofía pasaron a estar por delante del baloncesto. El propio periódico escribía parabienes sobre Slavnic y Kapicic, para detenerse en Duci: “Simonovic tal vez es el mejor de todos ellos, pero su personalidad le hace tremendamente discutido”.

A pesar de ello, continuó siendo uno de los mejores jugadores de Yugoslavia. Y realizó algunas hazañas que aún permanecen en la memoria. Como aquel partido que me comentaba Aleksandar Djordjevic: “Yo estaba en el Hala Sportova el día que Simonovic metió aquella barbaridad de puntos en el derby contra el Partizan de Kicanovic y Dalipagic. Más de 60 puntos, o algo así. Una burrada…”. Aún es el récord de uno de los partidos más tensos que pueda haber en Europa. El duelo ciudadano entre el Estrella Roja y el Partizan. Fue en 1976. Aunque en realidad, sólo fueron 59. Exagerao.

                                              Yes que cuando nos ponemos…

Ese mismo 1976, un Simonovic al cual sus inquietudes intelectuales ya eran el auténtico motor de sus actos, se fue a Alemania a realizar una tesis doctoral sobre Filosofía y Ley. Aprovechó  para  jugar  al  baloncesto,  claro,  y  fichó  por  el Bamberg de la primera división alemana. En su primer partido, anotó 55 puntos en la victoria de su equipo sobre el Göttingen por 99 a 90. Su marca significaba un nuevo record de la Bundesliga. En los dos años que estuvo en el equipo, fue el máximo encestador, con mucha diferencia sobre sus compañeros. En  la  76-77,  anotó  828  puntos.  El  segundo  realizador  de  su equipo fue Gerhard Brand, que consiguió 330. El Bamberg se clasificaría para la Copa Korac. En la 77-78, sus promedios no fueron tan devastadores, perdiéndose numerosos partidos y entrenamientos debido a los esfuerzos que dedicaba a sus estudios. Con todo, anotó 675 y Holger Winder le siguió a mucha distancia, 393. No está mal para alguien que  juega  al  baloncesto  como  hobby  complementario.  El  AEK  eliminó  al  Bamberg  de  la  Copa  Korac, frustrando el retorno de Simonovic a Belgrado, pues el equipo griego disputaría el mismo grupo de liguilla que el Partizan. No está comprobado si al Partizan le hacía tanta ilusión volverse a enfrentarse con él.

Al finalizar sus estudios en Alemania, Simonovic volvió a Yugoslavia. Continuaba su formación personal, y ya no quiso jugar en un equipo de primera división. Se enroló en las filas del Lifam de Stara Pazova, un conjunto de categorías no profesionales del país balcánico, club en el que permanecería en activo algunas temporadas más, hasta 1981 Ya tenía en mente a lo que se iba a dedicar. La que sería su segunda vida. La buena. Y la que hace que todo este tochazo  sea  mínimamente  interesante.  Al  menos,  la  que  hace  que  la  historia  sea friki  de  verdad.

 

                                  Citius, Altius, Fortius (ciudad, altillo, fortasec)

Lo más importante en la vida no es ganar, sino competir, así como lo más importante en la vida no es el triunfo, sino la lucha. Lo esencial no es haber vencido, sino haber luchado bien”

Credo olímpico, by el Baron de Coubertain.

 

Duci Simonovic empezaba una nueva vida, una vez finalizada su carrera de deportista. Por fin podía dedicarse en cuerpo y alma a aquello que le apasionaba sin que nadie le mirarse como un bicho raro. O no.

Durante  su  trayectoria  profesional,  una  cierta  aversión  hacia  el  deporte profesional nació en  Duci. Especialmente  hacia  el  Olimpismo,  que  tan  bien  había conocido  por dentro  en Munich’72.  No  fue  una transición rápida, con todo, pues mientras tanto decidió sacarse los estudios de Entrenador superior (hay rumores que Duci proviene de Stu-Duci), y dirigió a diversos equipos menores de Yugoslavia, entre ellos el propio Lifam, así como a toda una retahíla de equipos que tan sólo sardinas besugué ha podido ver: el Sveresborg de Noruega, el Al Muharaq de Qatar, o la misma selección noruega, que por aquellos entonces estaba en Division H. También volvió al Bamberg, esta vez como técnico, en la segunda mitad de la década de los 80.

Y es que por el camino se había convertido en todo un Master de Ciencias Jurídicas y Doctor en ciencias filosóficas. Como cualquier futbolista de a pie, vamos. Profesor universitario en la facultad de Belgrado, en Hannover o en Oslo, su cruzada contra el Olimpismo empezó a tomar forma. Ya el título de su tesis doctoral en la facultad de Filosofía dejaba caer ciertas pistas al respecto: “Aspectos Filosóficos del Olimpismo Moderno”. Aunque la tesis para su licenciatura de Derecho no daba menos miedo: “El derecho como sistema Cibernético”. Una especie de aura quijotesca le rodeó de manera definitiva. Su actitud de ver gigantes que le atacaban dónde los demás veían molinos acabó por definirle intelectual y físicamente ¿Qué no?

Y así empezó su producción literaria con el deporte de epicentro. No era su única temática, pues su defensa del comunismo, rechazo consecuente del capitalismo y, en suma, amplia reflexión política y social tocaban todos los palos. Pero su diana favorita es el Olimpismo. Todo el mundo tiene alguna debilidad inconfesable,  ya  se  sabe.  De  esta manera publicó diversos libros, con los sugerentes títulos   de La   rebelión   de   los   Robots, El profesionalismo   y   el   socialismo, La   Farsa Olímpica, Deporte, capitalismo  y destrucción, El  olimpismo  y  el  nuevo  orden mundial (escrito en ruso) o Un nuevo mundo es posible, este último escrito mano a mano con su hija Dunja, también filósofa. Todos ellos en la colección naranja de El Barco de Vapor. Al que nunca le haya gustado leer libros y prefiera los dibujos, aquí van algunas portadas de sus trabajos:

 

                                          Ayer me llamó un tal Terry Gilliam

Y así empezó su producción literaria con el deporte de epicentro. No era su única temática, pues su defensa del comunismo, rechazo consecuente del capitalismo y, en suma, amplia reflexión política y social tocaban todos los palos. Pero su diana favorita es el Olimpismo. Todo el mundo tiene alguna debilidad inconfesable, ya se sabe. De esta manera publicó diversos libros, con los sugerentes títulos de La rebelión de los Robots, El profesionalismo y el socialismo, lLa Farsa Olímpica, Deporte, capitalismo y destrucción, El olimpismo y el nuevo orden mundial (escrito en ruso) o Un nuevo mundo es posible, este último escrito mano a mano con su hija Dunja, también filósofa. Todos ellos en la colección naranja de El Barco de Vapor. Al que nunca le haya gustado leer libros y prefiera los dibujos, aquí van algunas portadas de sus trabajos:


Fraude Olimpico

Un Mundo nuevo es posiblo (escrito junto a su hija Dunja)

 

Bueno, las portadas no siempre definen el contenido del interior, que llevo años comprando revistas de baloncesto. La introducción de Un mundo nuevo es posible, el libro que escribió junto a su hija, se titula “Las bases de la teoría crítica contemporánea al capitalismo”. El tema de la obra es que un mundo nuevo es posible. De ahí el título elegido. He aquí una introducción de la introducción:

“La última escena del combate a muerte entre la humanidad y el capitalismo se encuentra en progreso. La particularidad del capitalismo es que, a diferencia de la barbarie “clásica” (la cuál es de naturaleza destructiva, asesina y saqueadora), éste aniquila la vida creando un “nuevo mundo”, una “civilización tecnificada” y un hombre adecuado, deshumanizado y desnaturalizado. El capitalismo ha erradicado al hombre de su medio ambiente (natural) y ha cortado las raíces a través de las cuales éste absorbía la fuerza creadora de la vida. La ciudades son “jardines” del capitalismo donde “crecen” las criaturas degeneradas. El excremento de perro, la gasolina y el hedor de las coladeras, los anuncios espectaculares brillantes y las luces rotantes de las patrullas policiales a lo largo de la noche – ése es el entorno del hombre del “mundo libre”. Destruyendo el medio ambiente natural, el capitalismo está creando condiciones climáticas cada vez más extremas en las que el hombre está luchando cada vez más y más duro por sobrevivir – y está creando condiciones de vida artificiales accesibles únicamente para la capa más pudiente de la sociedad, lo cuál está ocasionando una degeneración definitiva del hombre como ser natural. “La humanización de la vida” ha sido limitada a la creación de condiciones micro-climáticas, de incubadoras capitalistas especiales, condiciones artificiales de vida completamente comercializadas para las cuales la gente degenerada resulta apropiada. 

La verdad más dramática es: el capitalismo puede sobrevivir la muerte del hombre como ser humano y biológico. Para el capitalismo, el “hombre tradicional” es tan sólo un medio temporal de su propia reproducción. El “hombre consumidor” representa una fase transitoria en el proceso de mutación del hombre, causado por el capitalismo, hacia la forma “más avanzada” del hombre capitalista: el hombre- robot. Los terminators y otros engendros robotizados que son producto de la industria hollywoodense de entretenimiento que crea la “visión del futuro” degenerada a manera del capitalismo, encarnan los poderes creativos, apartados del hombre, que se convierten en los vehículos para la destrucción del hombre y la vida. Se está creando una nueva “raza superior” de humanoides robotizados, la cual podría chocar con la “humanidad tradicional”, entendiendo por esta última a la gente capaz de amar, pensar, soñar despierta, luchar por la libertad y la supervivencia – e imponer su gobierno sobre la Tierra. En lugar del nuevo mundo, se está creando el “hombre nuevo”- el que está siendo reducido al nivel de la humanidad incapaz de comprometer al nuevo orden gobernante. 

La ciencia y la tecnología se han vuelto la palanca básica del capital para la destrucción del mundo y la creación de la “civilización técnica (…)”

Vale, vale, ya paro. Y es que Duci Simonovic es alguien concienciado. Resulta muy común en sus textos -ya sea entre sus libros o entre sus numerosísimos artículos- el hermanamiento entre nazismo y olimpismo. En ese tema, diversos historiadores coinciden con él, aunque Simonovic no necesita estar de acuerdo con el mundo, ya se sabe: “… los documentos, que estaban ocultos durante años por la opinión pública mundial, indican de manera inequívoca las estrechas relaciones de Coubertin y el régimen nazi, y la cercanía entre la filosofía olímpica de Coubertain y la ideología nazi (…) una de las mentiras más extendidas es lo que hoy en día se ha establecido como el “carácter humanitario” de Pierre de Coubertin” (Nazi de la antorcha olímpica). Y la  total  asociación  entre  olimpismo  y  capitalismo: “Los  esfuerzos para  ganar  más  medallas,  son  una expresión de la aspiración de lograr una mejor posición en el mapa del mundo capitalista. Es evidente que esta es una estrategia de guerra. El número indica el número de medallas conquistadas. El Lema ” Lo importante es participar” ha perdido cualquier valor humano. Hoy en día, lo importante es sólo ganar”.

La experiencia de Munich había hecho mella en Simonovic. A pesar de que se rumorea que está vetado en los medios de comunicación de su país (aunque circula por ahí una entrevista realizada por un TV de internet), Duci encontró en su obra escrita el medio de expresión para desarrollar sus ideas. No fue fácil, y muchas veces él mismo tuvo que vender personalmente los ejemplares de sus libros a diferentes librerías de Belgrado. Personaje  maldito,  aun  más que  durante  su  etapa  de  jugador,y  con  acérrimos  seguidores,  su  figura  ha trascendido mucho más allá del deporte, hasta el punto que en numerosas publicaciones sobre política y filosofía han de recordar que “fue un gran jugador de baloncesto”. Lógicamente, en un país que admira tanto a Samaranch, que lucha por entrar en la Comunidad Europea y que siempre tuvo el objetivo de triunfar en los Juegos Olímpicos como forma de propaganda exterior, la actitud y argumentos de Simonovic pueden resultar incómodos. Una de sus obras más controvertidas y exitosas es la traducida a diversas lenguas Filosofía del Olimpismo:

“El calendario de las principales manifestaciones deportivas asumió el papel de los calendarios religiosos y espirituales , se convirtió en un pivote, mientras que el estadio se convirtió en el lugar de culto más importantes del mundo moderno. El deporte no es sólo una “cortina ideológica para ocultar el verdadero mal” (Adorno), es la manera burguesa de borrar las huellas culturales de la humanidad y la destrucción de la herencia emancipatoria de la sociedad civil. El objetivo fundamental del olimpismo moderno no es transformar el mundo en una comunidad cultural de las naciones, sino convertirlo en una casa de fieras “civilizada”.  Los  estadios  se  han  convertido  en  campos  de  concentración  modernos  en  los  que  la esperanza de un mundo mejor está siendo destruido y las hordas de los bárbaros modernos se están generando. El deporte no es sólo el “opio de un defecto socialmente estructurado” y, por tanto “una de las principales vías de escape” de la realidad (Fromm), sino también una forma de degeneración del hombre: un espectáculo deportivo es un ritual sagrado a través del cual el espíritu capitalista insemina a las personas, convirtiéndolas en animales capitalistas transmutados (…)”. 

Por si alguien se aburre, también dirigió un documental sobre el tema, La llama Olímpica. Subtítulos en español, eh…

 

 

Y títulos de artículos como Los deportes en la función del lavado de cerebro no hace falta explicarlos, creo.

Así pues, un hombre que ya en su etapa de jugador vivía al otro lado del pensamiento políticamente correcto acabó por cruzar definitivamente el umbral. Muchas leyendas circulan sobre su persona. No obstante, cabe decir que tiene muchísimos seguidores, y que está considerado un intelectual –algo excéntrico- de profundo calado. Su Carta Abierta a Noah Chomsky o sus reflexiones sobre la deriva ideológica de Occidente encuentran su caja de resonancia en múltiples foros, dicho esto en sentido literal y figurado al tiempo. Como siempre, es muy difícil poder definir hasta qué punto se le ha hecho un vacío -o si eso no son más que rumores- en el recuerdo baloncestístico de su país. Porque Simonovic fue un grande. Y, aunque siempre se aluda a su Estrella Roja como la de “Slavnic, Simonovic y Kapicic”, el papel posterior de sus dos compañeros -en la pista, en los banquillos o en la federación- ha derivado en que Duci sea el olvidado, siendo una figura poco menos que desconocida para el resto de Europa y a pesar de sus multiples convocatorias con la selección europea de baloncesto. Un talento diferente, una mente inquieta, una personalidad irreductible.

Y un jugador que le discutía la primacía a los Delibasic Kicanovic y Dalipagic. Para el recuerdo quedarán sus 59 puntos ante los dos últimos, en uno de esos partidos que reventarían la red en caso de estar disponibles.

Pocas veces se puede afirmar con tanta verdad aquello de Genio y figura. Hasta la sepultura.

Manifesto del humanismo existencial

M

Traducido del serbio por Daniel Durini

 

La tarea más importante de la inteligencia humanista es la de contribuir a la autoconcientización en el hombre contemporáneo la cual le posibilite a la humanidad su supervivencia. Es su deber apuntar hacia las consecuencias cada vez más dramáticas del desarrollo del capitalismo como un sistema destructivo, al igual que hacia las posibilidades objetivas existentes para la creación de un mundo nuevo. A la vez, los intelectuales humanistas deben construir una estrategia política que se pueda convertir en el punto de arranque de formas globales de lucha política que a su vez pueda detener la destrucción de la vida en nuestro planeta y crear el mundo nuevo.

La crítica al capitalismo debe respetar dos postulados metodológicos: primero, la naturaleza de cierto fenómeno social (histórico) se determina con base en la tendencia de su desarrollo, en otras palabras, con base en aquello en lo que se está tornando este fenómeno; y segundo, la naturaleza de un fenómeno social determina la crítica que a éste se refiere. La naturaleza del capitalismo, es decir la tendencia de su desarrollo como un sistema destructor determina tanto la naturaleza de la crítica hacia el capitalismo, como la estrategia política de la lucha en contra de éste. No se trata de la creación de una misma forma de pensar, sino de una manera de pensar que postule preguntas de carácter existencial y esencial. Semejante manera de pensar es contraria a la ideología gobernante, la cual se manifiesta a manera de la cultura a la “Coca-Cola“, la cual intenta dejar de lado lo fundamental para darle a lo marginal una dimensión espectacular –la forma actual de propaganda en la cual aparecen los principios gobernantes del capitalismo.

Lo específico del momento histórico actual, es decir, la particularidad del capitalismo como un sistema destructor, condiciona igualmente una relación determinada con el pasado. La ideología gobernante esteriliza el ímpetu libertario-transformador del pensamiento filosófico y lo reduce a una “historia de la filosofía“ desprovista de vida, la cual se vuelve el medio de destrucción de la fuerza libertaria y vital del intelecto. La teoría crítica, basada en el humanismo existencial, debe posibilitar la “reanimación“ del espíritu creador y libertario de nuestros ancestros, incrustándolo en la lucha por la conservación de la vida misma y la creación de un mundo nuevo. En la lucha por la supervivencia de la humanidad, la idea del pasado debe realizar su potencial humanista y existencial. La crisis cada vez más profunda obliga al hombre a concentrarse en cuestiones básicas de existencia y a resumir en ese contexto la herencia libertaria y cultural de la humanidad. Es necesario librarlo de estas “colas“ sobrantes que únicamente diluyen la lucha y arrastran a la mente hacia caminos erróneos. “La humanidad como un todo“, es decir la observación del hombre desde una perspectiva histórica, está condicionada por desafíos existenciales cada vez más dramáticos. El pasado libertario debe volverse la fuente de la fuerza creadora de vida del hombre en su lucha por la supervivencia. El regreso al pasado mitológico solamente se justifica si éste significa la revitalización de mitos libertarios y creadores de vida. En caso contrario, esta vuelta al pasado mitológico arrastra la mente hacia caminos equivocados, lo que, independientemente de motivos personales que lo originan, contiene un carácter anti-existencial.

Una crítica concreta al capitalismo no puede estar basada exclusivamente en el humanismo esencial, sino que se tiene que enfocar principalmente en el humanismo existencial. Los ideales de la revolución francesa – Liberté, Egalité, Fraternité – resultan ser una condición necesaria, pero no suficiente para el futuro. La lucha por la conservación de la vida en nuestro planeta y una mayor certeza de que el hombre sobrevivirá como ser cultural (social) y biológico (natural) representan una conditio sine qua non para el futuro. En lugar del concepto de la “alienación“ (Entfremdung)  acuñado por Marx, el concepto fundamental en la crítica al capitalismo debe volverse la destrucción. El humanismo revolucionario de Marx aparece en oposición al capitalismo definido como un sistema de la no-libertad, la injusticia y la sin-razón, y defiende la libertad, la justicia social y un mundo de ideas, lo cual lo ubica en la esfera esencial. El humanismo existencial por su parte, aparece contrario al capitalismo conceptualizado como un sistema destructor que aniquila la naturaleza y al hombre como ser biológico y humano, poniendo en primer plano la lucha por la supervivencia del mundo vivo, lo cual lo ubica en la esfera existencial. La afirmación de que el hombre es un ser creador-libertario es en sí la respuesta a un mundo en el que el hombre vive alienado de sí mismo como tal. La afirmación del hombre como un ser creador de la vida es la respuesta a un mundo basado en la destrucción de la misma: la lucha por la libertad se torna una lucha por la supervivencia. En lo que a la lucha por un mundo de ideas se refiere, ello no representa un desafío solamente esencial, sino uno fundamentalmente existencial. Al mismo tiempo, la dialéctica hegeliana (marxista) puede ser aceptada sólo de manera condicionada como un punto de partida para el desarrollo de la crítica al capitalismo, debido a su pirámide histórica en la que la libertad está basada en la certidumbre existencial.

En el marxismo “tradicional“, la crítica al capitalismo vista desde la perspectiva de aquello que no es pero podría llegar a ser (el noch-nicht-Sein de Ernst Bloch) contiene un carácter abstracto. La naturaleza concreta del positivismo capitalista condiciona igualmente la naturaleza de lo negativo, es decir, de la conciencia crítica y la práctica política basadas en ésta. El hombre contemporáneo no puede adquirir una autoconciencia histórica adecuada partiendo del modelo absoluto e idealizado del hombre como de un ser universal creador de la libertad, sino partiendo de desafios existenciales impuestos al hombre por parte del capitalismo como sistema destructor. La metamorfósis del hombre en el ser humano (en aquello que él en su naturaleza es – un ser totalizador, libertario-creativo-creador de la vida) y la transformación del mundo en un mundo humano se encuentran condicionados por la mutación del capitalismo en el capitalismo, es decir la transformación del capitalismo en aquello que realmente es – un sistema totalitario destructivo. El futuro concreto no está basado en aquello que el hombre desea hacer partiendo de sus necesidades humanas verdaderas, sino en aquello que el hombre está obligado a hacer para que la humanidad sobreviva. El plano existencial del futuro se encuentra directamente condicionado por los desafíos existenciales. El desarrollo del capitalismo ha llevado a que el futuro ya no sea posible como producto de la práctica libre (visionaria) creadora del hombre (la “apertura“ de Bloch), sino que está condicionada por las consecuencias creadas por el capitalismo como sistema destructivo. Las posibilidades objetivas para la creación de un mundo nuevo y la posibilidad de la realización del hombre como un ser creativo universal están a su vez condicionadas por las posibilidades de desarrollo del capitalismo como sistema destructivo. Esta es la base de la dialéctica concreta del futuro. La naturaleza mermada, el hombre mutilado, los poderes destructivos acumulados por el capitalismo, por medio de los cuales la humanidad puede ser destruída – todo eso es el estado igualmente objetivo que inminentemente cuestiona la posibilidad de un futuro y su planificación. No es que sea el hombre el que se enfrenta con problemas que es capaz de resolver, como dice Marx, sino que es el capitalismo el que le está imponiendo al hombre la tarea crucial: preservar la vida en este planeta y salvar a la humanidad de su destrucción. Estar a la altura de esta tarea histórica impuesta al hombre por el capitalismo significa confrontar el capitalismo como sistema que destruye la vida.

Para los teóricos marxistas, el impulso básico existencial del hombre es el estómago vacío. Es típica la posición de Bloch de que “en la base de la planeación se encuentran el hambre, la pobreza y la escasez“. El capitalismo les llena los estómagos a sus huestes destruyendo la naturaleza y degenerando al hombre como ser natural y humano, volviéndolo un contenedor de basura en el que desaparecen los cada vez más venenosos desperdicios de la sociedad “de consumo“. En lo que a la agresividad innata del hombre como ser vivo se refiere, el capitalismo la transforma en un poder destructivo. La energía potencialmente versátil de la gente, generada por su cada vez mayor insatisfacción, se vuelve el spiritus movens del capitalismo por medio de la esfera vital e ideológica de éste. La necesidad de vivir se transforma en la necesidad de destruir. Criticando a Hegel, Bloch apunta, con razón, a que no necesariamente cada generación en la historia representa un paso adelante. Sin embargo, él no ve que la negación capitalista lleva hacia la destrucción del mundo. No dice ni una palabra acerca del capitalismo como un sistema destructivo y en ese contexto acerca de la conciencia sobre la posibilidad de la destrucción de la vida como un ingrediente importante de la conciencia revolucionaria. La anticipación de un futuro concreto tiene que prever el desarrollo del capitalismo, es decir, las consecuencias creadas por el capitalismo como sistema destructivo, las cuales inminentemente condicionan la libertad del hombre y con ello igualmente la posibilidad de un futuro y su naturaleza concreta.

Existen dos bases históricas para la interconexión humana: la espontánea, siendo la necesidad del hombre de tener contacto con otro ser humano (la naturaleza erótica del hombre, simbólicamente “el amor“); y la represiva, sobre todo el aseguramiento de la existencia más inmediata (el trabajo y todo lo condicionado por éste, simbólicamente “el deber“). Hasta ahora, en todos los períodos históricos, la satisfacción de la base represiva de la interconexión humana se ha desarrollado en detrimento de las relaciones humanas. Al volverse homo faber, el hombre empezó a reprimir y perder sus características humanas auténticas (su naturaleza erótica), lo cual ha alcanzado la cúspide en la sociedad capitalista la cual se ha vuelta la “civilización de la técnica“ donde el hombre no se ha deshumanizado solamente, sino que también se ha desnaturalizado. A manera de sistema de destrucción totalitario y global, el capitalismo ha postulado las preguntas de la necesidad y la libertad de una manera mucho más dramática. Ya no es el trabajo como tal, sino la lucha por la preservación de la vida (y del trabajo correspondiente a ella) la obligación existencial más importante del hombre. La lucha por la supervivencia se ha vuelto el “reino de la necesidad“ actual y sobre estos cimientos se desarrollará el hombre como un ser totalizador creador de la vida. El capitalismo contemporáneo ha “unificado“ las esferas existencial y la esencial: la lucha por la libertad se ha vuelto la obligación existencial, mientras que la lucha por la supervivencia se ha vuelto el desafío fundamental libertario. Ya no son las esferas del trabajo, el arte o el juego el punto de arranque de la práctica libertaria, sino que lo es el hombre como ser totalizador creador de la vida que observa su vida entera en un plano existencial-esencial. Esto significa, en el contexto de la lucha contra del capitalismo, que el capitalismo ha convertido las leyes naturales, las de las instituciones sociales y al hombre mismo en medios para la destrucción de la vida. En este contexto, el trabajo, por medio del cual se realizan los poderes creativos (creadores de vida) del hombre y se crea el mundo real humano, se ha vuelto la actividad esencial básica. De la misma manera en la que hoy en día la producción de bienes (mercancías) es al mismo tiempo la destrucción de la vida, en la sociedad futura la producción de bienes será al mismo tiempo la creación de condiciones de vida sanas (una naturaleza purificada) y la creación de un ser humano sano (puro). La terea fundamental de la humanidad será en un futuro volver a establecer el equilibrio ecológico y de esta manera crear las condiciones de vida en las cuales el hombre pueda subsistir. A ello será supeditado el desarrollo de fuerzas de producción, los mismos procesos laborales, las actividades de tiempo libre y, prácticamente, toda la vida. En esas condiciones, la competencia reducida a la lucha por la victoria conceptualizada como la creación de mejores resultados (récords), como sucede en el deporte, pasará a formar parte de la prehistoria del hombre.

Aquello que deberá generar una mayor calidad en las relaciones humanas, sobre la base de la preservación de la vida en el planeta, es la motivación para el desarrollo de bases más humanas para estas relaciones, esto es, que ello deberá ser condicionado por la necesidad del hombre de conectarse con otro ser humano. La cuestión aquí es que el capitalismo ha tornado todas las instituciones sociales, al igual que la vida entera, en medios de reproducción del capital, es decir de la destrucción de la vida. Para subsistir, el hombre no tiene a quién acudir por ayuda más que a otro hombre o a otra mujer: la colectividad es un imperativo existencial. En el sentido dialéctico, el hombre como ser humano realizado se ha vuelto un ser totalizador creador de la vida – en su relación con el capitalismo como un sistema totalizador de la destrucción. En este contexto, podríamos reformular una de las tesis fundamentales del Manifiesto del Partido Comunista de Marx, que reza: “la libertad de cada uno es la condición básica para la libertad de todos“. Partiendo de que la humanidad está en peligro debido a que está en peligro la vida de cada uno de los seres humanos, se puede formular la tesis de que la supervivencia da cada uno es la condición básica para la supervivencia de todos.

El totalitarismo capitalista es la forma más nociva de totalitarismo jamás creada. Ésta está basada en la total comercialización de la naturaleza y la sociedad. Cada parte del planeta y cada segmento de la vida social e individual se ha vuelto una parte constituyente del mecanismo de reproducción destructiva capitalista. La vida misma se vuelve el poder totalizador que forma el carácter de la gente, su conciencia, las relaciones humanas, su relación con la naturaleza… Las formas históricas de totalitarismo aparecen en relación con la idea del pasado, una cierta idea transcendental, o la idea del futuro – lo que abre la posibilidad de una crítica hacia ellas. El totalitarismo capitalista contemporáneo está basado en el nihilismo destructivo: destruye tanto la idea de la transcendencia, como la idea del futuro (pasado) y por lo mismo la posibilidad misma de establecer una distancia crítica hacia el mundo existente. Mientras el capitalismo se encontraba en la fase de su establecimiento, éste producía la conciencia visionaria la cual no abría exclusivamente el espacio para el desarrollo del capitalismo, sino igualmente para su transcendencia (Moro, Campanella, Hobbes, Bacon, Owen, Fourier…). Al volverse un sistema totalitario y destructivo, el capitalismo ha ido exterminando la conciencia visionaria y creando una conciencia positivista totalitaria a la cual le conviene la idea del “fin de la historia“ y “el último hombre“ (Fukuyama). El capitalismo deroga la historia transformando el tiempo histórico en acontecimientos mecanizados, en otras palabras, en la nada positivista. Al mismo tiempo, el conteo del tiempo capitalista no posee nada más un carácter anti-histórico, sino también anti-existencial. El capitalismo destruye la posibilidad misma del futuro, la cual aparece como un u-topos degenerado a la manera capitalista.

El desarrollo capitalista de fuerzas de producción no incrementa la certidumbre de la supervivencia humana, como asegura Marx, sino que la pone en duda de una manera cada vez más dramática. De allí que en lugar de crear optimismo, el “progreso“ capitalista crea miedo del futuro. La característica más nociva del capitalismo es la de crear fuentes de ganancia de los efectos de la destrucción de la vida y de esa manera la base para su futuro desarrollo; convirtiendo, además, los poderes creadores del hombre en un medio para el desarrollo de poderes destructivos del capitalismo y el aceleramiento del proceso de destrucción. El capitalismo se ha vuelto un mecanismo autorreproducible de la destrucción, el cual significa para el mundo vivo lo mismo que un tumor maligno para el organismo: se prolonga la vida devorando todo aquello que posibilita la supervivencia de la humanidad. No se trata únicamente de una destrucción sistemática, sino definitiva, de la vida en el planeta.

El hombre contemporáneo no enfrenta solamente el terror ideológico, militar y policíaco gobernante, como solía suceder en el pasado, sino también los poderes destructivos acumulados del capitalismo. En el capitalismo domina el espíritu de la barbarie destructiva que condiciona las actividades de la clase gobernante y su estrategia defensiva. El uso de bombas atómicas, de hidrógeno o de neutrones, creación de virus letales, generación de condiciones de inanición en una población, contaminación y destrucción de fuentes de agua y otros ejemplos afines (con lo que serán asesinados cientos de millones de personas y el medio ambiente será contaminado de manera irreversible) representan para la “élite“ plutocrática mundial, degenerada a la manera capitalista, una “medida justificada“ si es que con ella se puede prolongar la supervivencia del capitalismo. Para evitar la destrucción del capitalismo, los fanáticos del mismo están dispuestos a destruir la humanidad y la vida en el planeta.

La agresión de la OTAN en contra de Serbia en la primavera de 1999, por medio de la cual se le obligó a Serbia volverse parte del “nuevo orden mundial“ estadounidense, indica la verdadera naturaleza del capitalismo. Sobre Serbia fueron lanzados 32,000 proyectiles con uranio empobrecido con lo cual se causó la contaminación del medio ambiente equivalente al efecto de más de 470 bombas atómicas idénticas a las tiradas sobre Hiroshima y Nagasaki. Siete años después del bombardeo el número de enfermos de cáncer en Serbia se ha incrementado en un 40% con la tendencia de una elevación dramática futura del número de enfermos y fallecidos. La vida de la gente que siga habitando la región bombardeada será afectada por los efectos originadas por una contaminación nuclear del suelo, del agua, el aire, la gente misma, los animales y las plantas, durante los próximos 500 años. Lo que les ha sucedido a los ciudadanos de Serbia sigue ocurriendo a lo largo y ancho del planeta. Su futuro está predeterminado por los efectos creados por la barbarie destructiva capitalista de carácter global y totalitario.

El capitalismo destruye la herencia emancipatoria de la sociedad ciudadana y la idea del novum, a la vez que crea un “nuevo“ fascismo. Los portadores del fascismo contemporáneo no son grupos de jóvenes “adornados“ con símbolos nazis, sino las corporaciones capitalistas las cuales, creando una crisis existencial y, por ende, una social generalizadas y cada vez más profundas, producen la ideología fascista. El principio gobernante del capitalismo monopólico basado en la “destrucción de la competencia“ es el generador de la práctica fascista contemporánea tanto en la esfera económica como en la política. La destrucción capitalista de la naturaleza y del hombre como ser cultural y biológico condiciona la creación y fortalecimiento de fuerzas políticas de lo más reaccionarias. Bajo el ala del capitalismo no se crea únicamente la posibilidad de una nueva sociedad, sino también de una nueva barbarie (ecocida y destructiva). Dentro del capitalismo mismo existe una lucha entre estas dos tendencias. Esa es la base y el marco de la lucha de clases contemporánea, la cual no es simplemente un lucha por la justicia social y la libertad, sino también por la subsistencia. La posibilidad del establecimiento de un período (largo) de barbarie capitalista (al igual que la posibilidad de una ruina conjunta de las clases gobernante y trabajadora) fue señalada por el mismo Marx, pero esta posición no tenía el peso suficiente dentro de su teoría (y con ello un carácter comprometedor) para que Marx con base en ello hubiera analizado las formas posibles del desarrollo del capitalismo y las formas posibles de lucha política en contra de éste. Además, la posible barbarie capitalista no tiene, según él, una naturaleza destructiva sino anti-libertaria. A Marx se le escapó que el capitalismo sea en su naturaleza una barbarie ecocida en su forma técnica, y que los capitalistas sean unos bárbaros ecocidas.

La actitud ecocida del sistema capitalista hacia la naturaleza provoca una actitud genocida de los países capitalistas más poderosos hacia los pueblos del “tercer mundo“. Precisamente aquellos que exceden cientos de veces el gasto de un ciudadano promedio del mundo en vías de desarrollo; aquellos quienes en sus mascotas gastan mucho más comida y energía de lo que gastan miles de millones de personas en países del “tercer mundo“; aquellos que llevan cientos de años destruyendo la vida en el planeta y los que construyeron su “progreso“ a partir del exterminio de “pueblos primitivos“; aquellos que cada año invierten cada vez más dinero en la incineración de cerros de comida, mientras que millones de niños alrededor del mundo mueren de inanición; aquellos que utilizan cereales para la producción de energéticos; aquellos que andan expandiendo la euforia consumista en sus medios y bloquean la producción de alimentos en países en vías de desarrollo para obligarlos a comprarles sus excedentes de trigo para ajustarles aún más la cuerda de “deudor“ alrededor del cuello; son ellos los que andan expandiendo el miedo de la “amenaza a nuestro planeta por sobrepoblación“. La tesis acerca de la “sobrepoblación planetaria“ se ha vuelta la manera más usual para ganar legitimidad al momento de destruir pueblos enteros para que las corporaciones capitalistas más poderosas del planeta pudieran acceder a sus recursos energéticos y sus materias primas.

La relación desconsiderada del capital con la naturaleza y la humanidad es el generador de una relación de desprecio entre los seres humanos. Perseguido por la tentación ecocida del capital, el (pequeño)burgués promedio del Occidente tiene cada vez menos oído para el sufrimiento y los “derechos humanos“ de otras naciones. Los principales canales de televisión del Occidente reportan durante días sobre los intentos por rescatar a una ballena encayada, operativo en el cual se invirtieron millones de dólares, para impresionar a su opinión pública acerca de su preocupación por el “mundo vivo“- pero no se les ocurre mostrar la expansión terrible del sufrimiento y la pobreza en países del “tercer mundo“, lo cual es una consecuencia directa del fascismo económico al cual son expuestos esos países. Esas escenas no son “interesantes“ para su público. Eso es verdad. El pequeñoburgués, sobrealimentado e idiotizado, no desea saber qué tipo de consecuencias genera su interminable sed por el consumo y la destrucción. Al igual que el alemán promedio no deseaba saber (como tampoco lo desea hoy en día) acerca de los crímenes indescriptibles cometidos en la Segunda Guerra Mundial a manos del ejército alemán y, especialmente, no acerca de los campos de la muerte en los cuales fueron asesinados de una manera monstruosa millones de niños, mujeres y ancianos. Es una verdad alarmante el que para el pequeñoburgués alemán actual, Hitler haya cometido solamente un “error“: no ganó. Y esa manera de pensar no es cosa del pasado, sino es el producto del desarrollo del capitalismo que ha empobrecido y deshecho el medio ambiente en Alemania a grado tal que la idea de la conquista del “espacio vital“ (Lebensraum) es impuesta de manera cada vez más frecuente como una cuestión básica existencial. El capital ecocida es el que revive las huestes nazis, el que empuja hacia sus brazos a la juventud alemana la cual, idiotizada por la cultura a la “Coca-Cola“ y cegada por el fanatismo consumidor, de nuevo debe ser utilizada como herramienta para la destrucción de “razas inferiores“, o como les gusta decir a la propaganda occidental derechista, los “pueblos sin cultura“ (a los cuales pertenecen todos aquellos pueblos que se interponen en el camino de los intereses neocoloniales del Occidente).

No hay que olvidar que el desarrollo del capitalismo está basado en uno de los crímenes más terribles jamás cometidos en la historia: la aniquilación de la población indígena norteamericana. Lo que le otorga una dimensión especial a ese crímen es que los capitalistas norteamericanos hayan hecho de la destrucción de los indios un negocio (business) con un valor de miles de millones de dólares. No fue suficiente el que hayan destruido de la manera más cruel a los nativos norteamericanos sino que, además, ya reducidos a nivel de “asesinos detestables“ los hayan vuelto “estrellas“ de la industria cinematográfica hollywoodense. Los indígenas, víctimas del mayor genocidio cometido en la historia de la humanidad, se volvieron el símbolo de la maldad, mientras que aquellos que asesinaron a millones de niños indios se volvieron la personificación de la valentía y la bondad. La destrucción de la población indígena es simbólicamente la destrucción de la vida en la que el hombre vivía en harmonía con la naturaleza. Los “héroes“ del “salvaje Oeste“, como Buffalo Bill, son la personificación del espíritu ecocida del capitalismo: el asesinato monstruoso de bizontes se había vuelto el “entretenimiento“ legendario que se volvería un ejemplo soberano para el comportamiento de los jóvenes en EUA y en Europa.

La “crisis de la izquierda“como movimiento político organizado es el resultado de la aniquilación de la herencia emancipatoria de la sociedad ciudadana a manos del capitalismo, dentro de la cual se degeneran y destruyen todos los movimientos políticos junto con las ideas que abren la posibilidad de la creación de un mundo nuevo. La “crisis de la izquierda“ es en realidad la crisis de las instituciones políticas de la sociedad ciudadana, originadas éstas por el hecho de que el capitalismo metió en su orbita de intereses a toda la “esfera pública“ y de esa manera instrumentó el proceso de creación y establecimiento de decisiones políticas. La política se ha vuelto una de las esferas técnicas del capitalismo y como tal un business, al igual que todos los demás aspectos de la vida social. El capitalismo tornó la esfera política en un mercado político en el cual cada partido pretende vender de la mejor manera posible su programa político (mercancia política) y capitalizar su influencia en la sociedad partiendo de intereses de las oligarquías corruptas y burocratizadas pertenecientes a los partidos políticos. Estos  partidos se han vuelto la propiedad privada de sus “cúpulas“, al igual como sucede con muchos sindicatos y otras organizaciones que ofrecen tan sólo formalmente la posibilidad de agrupación de ciudadanos para la protección de sus derechos humanos y de ciudadanos.

La consecuencia directa de la corrupción de los partidos (nominalmente) “de izquierda“ es la creación de un movimiento cada vez más amplio anti-capitalista que no acepta la dominación de los partidos que pertenecen al establishement político. El pensamiento original de izquierda, el que insiste en la libertad y la justicia social, está mucho más presente entre las capas de trabajadores privados de derechos y las de los jóvenes – entre aquellos vitalmente interesados en que las ideas originales de la izquierda sean realizadas. Por ello se está haciendo todo lo posible para excluir a los explotados de la esfera pública y despolitizarlos, mientras que sus hijos se están volviendo, en los estadios, en conciertos de estrellas “pop“ o en las discotecas, zombies, drogadictos, criminales o fascistas. El capitalismo intenta aniquilar al hombre como ser social y en ese contexto todas las formas auténticas de organización política (auténtica) de ciudadanos y crear del hombre un zombie atomizado, trabajador y consumidor, que se oriente en su comportamiento por la “lógica“ del irracionalismo destructivo. La confusión acerca de qué es la “izquierda“ la está creando igualmente la burguesía que intenta acabar con el movimiento obrero retomando las ideas de la izquierda y tornándolas en consignas demagógicas por medio de las cuales intenta darse a conocer como “luchador por los derechos de los obreros“ y de esa manera debilitar la izquierda verdadera. El ejemplo clásico de la demagogia izquierdista fue la campaña política de Hitler en tiempos de la República de Weimar. Bajo la misma lógica política actúa la burguesía actual. La demagogia izquierdista necesita superar el abismo cada vez mayor que separa a la burguesía de las capas trabajadoras, al mismo tiempo creando confusión que causa el que se pierda la idea del futuro.

El pensamiento de izquierda se encuentra cada vez más presente en las universidades de Occidente, pero se encuentra encerrado en ghettos y se ha vuelto el medio de destrucción de la lucha política de los explotados. Éste trastorna las cuestiones básicas existenciales y esenciales en cuestiones “filosóficas“ y “teóricas“ y de esa manera las libera de su contenido social e histórico concreto. La lucha por la supervivencia y la libertad es sustituída por “discusiones teóricas“ y “diálogos“ interminables con los cuales se mutila la conciencia crítica y se impide la práctica transformadora. La lucha política en contra del capitalismo se degenera a manera de “proyectos científicos“, “reuniones filosóficas“ o “seminarios“, en los cuales, cada quién dentro de su disciplina, se ocupa de los efectos creados por el capitalismo, sin tocar los fundamentos de éste. La razón se escabulle de la realidad social concreta y se atomiza en las facultades, los institutos, los seminarios o los congresos. Las cuestiones concretas existenciales y esenciales se vuelven objeto de discusiones teóricas y como tal, por medio de la expresión específica lingüística, el privilegio de los “intelectuales“. El pensamiento filosófico se vuelve el pensamiento formalista, una especie de técnica del pensamiento que posée un carácter positivista y por lo mismo, anti-libertario y anti-existencialista. La “esfera intelectual“ se vuelve la forma institucional de extracción del intelecto (ideas) e impedimento del derecho a pensar del ciudadano, y como tal, la manera fundamental de su esclavización espiritual y consecuentemente, de cualquier otra manera.

La “sociedad de consumo“ es la última ofensiva del capitalismo que indica su ruina completa y definitiva. Ésta le prolonga la vida al capitalismo destruyendo al hombre como ser cultural y biológico, al igual que a la naturaleza. Es lo que determina lo específico de la izquierda contemporánea: la cuestión de la victoria de la izquierda se ha vuelto la cuestión de la supervivencia de la humanidad.

Lo que a la idea del mundo del intelecto (ideas) se refiere, ello no es tan sólo un deseo humanista, sino un imperativo existencial. Tan sólo el hombre del intelecto puede destruir al capitalismo y crear el mundo nuevo. Es por ello que la destrucción del hombre como ser de ideas representa una de las tareas más importantes del sistema gobernante. En ese contexto, el capitalismo intenta derribar la educación humanista y la inteligencia humanista. El capitalismo crea, por un lado, los “cuellos blancos“ – la inteligencia técnica, la fuerza motriz de la devastación del planeta reducida a “especialistas“ en cada vez más estrechas áreas de conocimiento (Fachidioten), y por el otro los “cuellos azules“ – la fuerza de trabajo manipulable desprovista de educación más básica. Las consecuencias son cada vez más visibles. Después de tantos años de vivir en la civilización capitalista y después de semejante “progreso“ realizado en su seno, un cada vez mayor número de personas se vuelve víctima de ideologías más oscuras, las cuales a raíz de su morbo, superan todo lo que hasta ahora haya sido visto. Tan sólo en Estados Unidos de América actuan miles de sectas “satánicas“ y similares, lo cual es una consecuencia directa de la destrucción despiadada de la integridad espiritual de la gente. La “sociedad del consumo“ arroja al hombre al abismo de la desesperanza espiritual donde lo esperan fuerzas oscuras que le ofrecen “satisfacción de sus necesidades“ haciendo uso de medios de manipulación con los que el capital lo transforma en un “consumidor“ desprovisto del intelecto. Para el hombre perdido en la oscuridad, incluso la hoguera es una fuente de luz y una señal del camino.

Todos aquellos símbolos a través de los cuales el hombre podía alguna vez reconocer su rostro humano y alcanzar, aunque sea parcialmente, su propia humanidad, fueron desfigurados por parte de la maquinaria propagandística capitalista. El eslogan comercial de “Coca-Cola, ¡es lo verdadero!“ adquiere el estatus de una máxima filosófica; la cabeza decapitada de un puerco sonríe tentando al hombre a comprar parte de “su“ cuerpo; las tazas del baño se anuncian acompañadas de obras cumbre de arte; los equipos deportivos exitosos se tornan objetos de anuncios para productores de tabaco y bebidas alcohólicas; los mejores artistas son utilizados como medios de transmisión de mensajes comerciales; el cuerpo desnudo femenino en posiciones humillantes es parte fundamental de una “campaña comercial exitosa“; los niños desde la más temprana edad son expuestos a formas más asquerosas de manipulación propagandística… Todo lo que tiene o puede llegar a tener un valor humano (cultural) se vuelvo medio de devaluación del hombre. Privatizando los medios públicos, el capital les ofrece a los ciudadanos una “democracia“ a manera de un “cuarto de espejos“ de la feria: en uno de los espejos, el hombre se ve “a sí mismo“ a manera de un “consumidor“ fanatizado; en el otro, a manera de un “hincha“ salvaje; en el tercero, como un “asesino“ maniatizado; en el cuarto, como un “campeón“ robotizado… Se hace todo lo posible por impedir que el hombre vea su rostro verdadero, libertario y creativo.

Con la agudización de la crisis existencial del hombre, el régimen gobernante está creando una “industria del entretenimiento“ cada vez más agresiva. Es el camino elegido para intentar mantener al hombre de “buen humor“ (siguiendo el principio de “don’t worry, be happy“) e impedir que experimente de una manera humana su existencia, se confronte con su tragedia y busque la manera de salvarse de ella. Se trata aquí del “síndrome Titanic“: el barco se está hundiendo mientras que la música se vuelve cada vez más fuerte. Los medios de comunicación gobernantes pretenden, sin importar los medios para lograrlo, hundir al hombre en el pantano de la cultura a la Coca-Cola. Y es que, apenas cuando el hombre postula la pregunta acerca del futuro, cuando se vuelve consciente de la magnitud de la destrucción mundial, entonces se torna clara la nocividad del “progreso“ alcanzado. No es casual que las nuevas generaciones sean por primera vez en la historia menos educadas que sus padres. En el país capitalista más desarrollado del mundo, los EUA, más de 100 millones de personas no son capaces de hacer uso del alfabeto oficial. Al mismo tiempo, los comerciales cada vez menos humanos y más agresivos se vuelven el “alimento espiritual“ para la gente. El ciudadano “promedio“ en Estados Unidos “es expuesto“ a diario a más de 3,000 mensajes comerciales. El sistema educativo, como institución educativa, se encuentra en ese país en una crisis cada vez mayor. Se encuentra en peligro la herencia completa de la civilización occidental, al igual que los logros alcanzados en otras civilizaciones. Se trata del desarrollo que dicta el sistema gobernante para que el nivel intelectual (de educación) del ciudadano pueda ser ajustado a sus intereses existenciales y para poder de esta manera manipular el desarrollo de la mente crítica consciente, tanto de lo nocivo del capitalismo, como de las nuevas posibilidades de desarrollo creadas en el seno de la sociedad ciudadana.

Se trata aquí, en realidad, del hecho que el hombre fue capaz de desarrollar a tal grado sus fuerzas de producción y de tal manera se ha vuelto capaz de encargarse, no solamente de los procesos de producción sino, también, del manejo de la completa existencia social, que la liberación final de la explotación y la incertidumbre existencial del hombre ya no son fantasías sino posibilidades reales. El objetivo fundamental de la industria del entretenimiento es impedir que se establezca una conexión de producción-intercambio entre los desarrollos científico y técnico existentes y la tendencia del hombre de enfocarlos hacia la satisfacción de sus necesidades reales y el aseguramiento de un futuro más cierto. Los cada vez más agresivos ataques de los medios capitalistas al pensamiento crítico es la respuesta del capitalismo al vacío cada vez mayor que él mismo está creando, al igual que a las posibilidades cada vez más objetivas de que el hombre salga del mundo capitalista y se diriga hacia una civilización de la libertad.

Las pandillas mafiosas, los “reyes“ del mundo subterráneo, los “líderes“ de los clanes fascistas y de las diferentes sectas, los dueños de la industria del entretenimiento (en la cual el deporte ocupa el lugar más importante), los narcotraficantes, las organizaciones religiosas gobernantes, los lectores de horóscopos y otros “videntes“ y brujos – todos ellos que participan en la destrucción de la mente que es capaz de confrontar los procesos de destrucción establecidos – son los aliados “naturales“ del capitalismo. El misticísmo metafísico y el fanatismo religioso son el otro lado de la “civilización tecnificada“ que le ha quitado el sentido a la vida y ha creado del hombre un medio de reproducción del capital. En el capitalismo contemporáneo, la referencia a Dios es en realidad una de las maneras que ha encontrado el pequeñoburgués para deshacerse de la responsibilidad personal que tiene en la destrucción del mundo. Las religiones gobernantes se han vuelto el medio para la destrucción tanto de la herencia emancipatoria de la sociedad ciudadana como de la fe en que es posible crear un mundo justo – siempre y cuando luchemos por él.

El capital pretende convertir al hombre en un destructor-consumidor por medio del desarrollo de sus “necesidades“ normales hacia niveles patológicos (autodestructivos), al igual que por medio de la creación de “nuevas necesidades“ que agranden el mercado (campos de destrucción). El hedonismo destructivo maniatado se ha vuelto el spiritus movens de la vida social. La velocidad y la intensidad de la “satisfacción de necesidades“ son dictadas por las necesidades del capital o finalmente, por la dinámica de su conversión. Según Allen Bloom, autor del libro The Closing of the American Mind, “la vida fue convertida en una maquinaria de masturbación interminable, comercialmente adaptada”. Se trata de la “satisfacción de necesidades” que lleva a la degeneración y la destrucción del hombre. Se está llevando a cabo la desfiguración genética del ser humano que debe llevar a tales mutaciones que posibiliten la creación del “ciudadano ideal” que sea “adaptado” a los dictados del sistema gobernante de destrucción. Las necesidades “degeneradas“ del hombre se vuelven la fuerza motriz del desarrollo del capitalismo. Aparte, es cada vez mayor la cantidad de medios para la satisfacción de estas necesidades las cuales, claro, poseen un carácter comercial. La manera misma de la satisfacción de necesidades se ha tecnificado, lo cual apunta hacia el hecho que el hombre ha ido adquiriendo una imagen de sí mismo como de un ser robotizado y cada vez menos como de un ser humano.

El modelo de una “vida sexual exitosa“ es un ejemplo típico de la degeneración capitalista de los impulsos y la destrucción del hombre como ser social. La “relación sexual“ se reduce a la técnica de “hacer el amor“ en donde el cuerpo del “compañero“ (o de la compañera) se vuelve una herramienta para la invocación del orgasmo, acompañado del uso de un número cada vez mayor de “dispositivos auxiliares“. El “sexo exitoso“ considera en la “sociedad del consumo“: luces adecuadas, espejos, una cama, un colchón, almohadas, sábanas, colchas, cortinas, una televisión, una video, cámaras, películas porno, ropa interior atractiva, bebidas adecuadas, comida especial, trastes, un sistema de audio, CDs y cassets, un baño adecuado, toallas, jabones, productos cosméticos, aire acondicionado, métodos anticonceptivos y manuales para su uso, medios para la eliminación de efectos secundarios que éstos originan, medios para la estimulación de la potencia sexual al igual que dispositivos auxiliares a manera de prótesis y penes artificiales (en diferentes dimensiones, colores y velocidades varias), cinturones, cadenas, látigos, dentaduras postizas, bombas para inflar el pecho (el éxito más reciente debido a la cada vez mayor implantación de busto), medidor de presión, drogas suaves y duras y, claro está, un(a) compañero(a) adecuado(a). A la par de un mundo del amor real y el respeto entre seres humanos cada vez más pobre, el “mundo de las fantasías sexuales“ creado por el capital se está volviendo cada vez más rico.

La esterilización de las fuerzas vitales (de reproducción) de los seres vivos se tornó el principio universal del desarrollo capitalista. El capitalismo destruye al hombre como ser biológico desposeyéndolo de la capacidad de vivir como ser reproductivo. Los hombres y las mujeres poseen cada vez menos elementos orgánicos que los capaciten como seres capaces de dar vida. El medio ambiente contaminado, el agua y alimentos envenenados, la destrucción del ritmo biológico de funcionamiento del organismo, la incertidumbre existencial que mantiene al hombre permanentemente en estado de estrés, todo ello lleva a patologías fisiológicas y mentales. La renovación de la capacidad del ser humano de crear vida representa una de las tareas más importantes que el capitalismo le impone al hombre.

La destrucción desmedida del tejido social representa una más de las características del capitalismo. Un número cada vez mayor de personas vive solo (en las grandes ciudades de los países más desarrollados de Europa occidental casi la mitad de los ciudadanos vive en “hogares con un solo miembro“), mientras que el sentimiento de soledad, que condiciona la generación de las peores formas de patología social, está adquiriendo proporciones de epidemia. En algunas áreas de producción se ha llegado a la disminución de horas de trabajo, pero al mismo tiempo ha crecido la necesidad de mano de obra “móvil“, lo cual signifíca que las personas que tienen una ventaja a la hora de emplearse son aquellas que están dispuestas a volverse laboralmente disponibles en cada momento que sus jefes lo requieran. Son estas personas las que se encuentran “libres“ de cualquier tipo de obligación social y sobre todo, familiar. Un número creciente de mujeres se está sometiendo a una esterilización “voluntaria“ para ganarse la “confianza de los empleadores“ y obtener un trabajo. El número oficial de horas de trabajo se está volviendo cada vez más flexible. El sometimiento de la vida en su conjunto al ritmo cada vez más rápido de reproducción del capital es una de las principales causas de la caída tan dramática de natalidad en los países capitalistas desarrollados.

En cuanto a la familia, el capital destruye la conexión biológica entre padres e hijos. Más precisamente, en un número cada vez mayor de casos no se puede hablar de los padres, debido a que la paternidad, al igual que la maternidad, se adquieren por medio de una operación comercial: la persona que pretende volverse “padre“ compra en el mercado el “material“ para “tener hijos“ (con la obligatoria “garantía de calidad“ de la mercancía), alquila (usualmente por medio de un anuncio en el periódico) una matriz y en nueve meses “obtiene“ un(a) hijo(a). Las relaciones tradicionales al interior de la familia se destruyen igualmente con el cambio del sexo de uno de los padres u otros miembros del hogar. Gracias al “progreso“ de la medicina, por medio de una intervención quirúrgica, la madre se vuelve el padre y el padre la madre; el hermano se vuelve una niña y la hermana un joven. Al mismo tiempo, por medio del “bisturí mágico“ la abuela se empieza a ver como la hija, la hija como la nieta y la nieta como la bisabuela en su juventud. No hay fin para este “progreso“. Muy pronto será capáz la medicina de hacer ver como perro al que se sienta como uno (o un caballo, puerco, rinoceronte…) Eso se volverá uno de las mayores alcances de la “libertad“ que el capitalismo, montado sobre la ola de su “progreso“ científico y técnico, le pueda ofrecer a sus ciudadanos. ¡Hay que ver nada más qué tipo de posibilidades se abren con todo esto! Habría que imaginarse nada más un partido de rugby entre hombres-bull dogs y hombres-jabalíes, ¡qué espectáculo!

El mito acerca de la “omnipotencia de la ciencia y la técnica“ es el medio favorito para intentar conservar la confianza, ya un poco deteriorada, en la “fuerza del progreso“ del capitalismo. Al igual que la maquinaria propagandística de Hitler en tiempos del derrumbe del sistema nazi, la maquinaria propagandística actual pretende convencer al mundo que los “milagros“ científicos y tecnológicos lo salvarán de la ruina. Hasta ayer eran vistas las plantas nucleares como un símbolo del “progreso“. Hoy se han vuelto, como mensajeros de la muerte, el símbolo de la naturaleza destructiva del capitalismo. Cargamentos abominables circulan por el “mundo libre“, mientras que cientos de miles de contenedores llenos de desperdicio nuclear de lo más venenoso son arrojados a los océanos. El planeta se está calentando, los glaciares se están derritiendo, se está elevando el nivel de los mares, está desapareciendo la capa de ozono, el clima está cambiando, la tierra se está contaminando más y más, los bosques están desapareciendo, el agua potable se ha vuelto “materia prima estratégica“… Resultó que hasta las catástrofes naturales más terribles son tan sólo fenómenos inofensivos comparadas con el terrorismo ecocida del cual es cotidianamente víctima la naturaleza. Cuando se consideran los alcances de la destrucción relacionados con la continuación del desarrollo del capitalismo, se puede concluir que hasta las comunidades humanas más primitivas resultan superiores comparadas con el capitalismo. La confrontación de la ilusión de que es posible evitar el apocalipsis global dentro del marco del sistema capitalista por medio de la ciencia, la técnica y los “proyectos ecológicos“ es una de las tareas más trascendentales de la inteligencia humanista.

La idea de Herbert Marcuse acerca de la “transformación liberadora de la naturaleza“ adquiere una dimensión histórica concreta apenas en relación a la “transformación“ destructiva capitalista de la naturaleza. En el capitalismo, el espíritu (Geist) por medio del cual la naturaleza adquiere autoconciencia (Hegel) fue abolido por medio de la técnica que no solamente contiene un carácter anti-espiritual (anti-intelectual), sino también anti-existencial. La técnica es la forma en la cual las fuerzas de la naturaleza se instrumentalizan de una manera capitalista volviéndose fuerzas anti-naturales. La transformación “liberadora de la naturaleza“ no tiene solamente un espíritu libertario, sino antes que nada uno existencial. La deficiencia principal de la naturaleza simple no es que no sea inteligente, sino que no es capáz de impedir la destrucción de la vida en la Tierra. El impedimento de que las fuerzas naturales sean instrumentalizadas con el propósito de la destrucción de la vida, al igual que la preservación de la vida por medio de la conservación de la naturaleza como una unidad creadora de vida – esa es la tarea trascendental de la humanidad. No es que la liberación del hombre de la naturaleza sea la condición principal tanto para la libertad como para la supervivencia, sino que lo es la liberación del hombre y de la naturaleza del capitalismo. Visto históricamente, el hombre se ha vuelto hombre, antes que nada, confrontando los desafíos existenciales. La naturaleza de estos desafíos condicionaba la manera de su resolución y así influía directamente en el desarrollo del ser humano. El desafío existencial impuesto al hombre por el capitalismo es el desafío más grande y más dramático que éste haya tenido nunca. Jamás en la historia había tenido el hombre como tarea preservar la vida en el planeta e impedir la destrucción de la humanidad. Este es el desafío que supera la definición clásica antropológica humanista del hombre como ser creativo, universal y libertario. Lo específico del capitalismo como sistema de la destrucción, condiciona tanto la naturaleza particular del hombre que lo defiende, como la naturaleza especifica del hombre que pretende confrontarlo. El capitalismo produce a un ser humano destructivo que se ha vuelto el medio para el desarrollo del capitalismo, que es lo mismo que de la destrucción de la vida. Al mismo tiempo, el capitalismo está produciendo al ser humano cada vez más militante del movimiento anti-capitalista, mismo que en la destrucción del capitalismo, la preservación de la vida en la Tierra y la creación de un nuevo mundo, encuentra sentido a su vida. La cada vez más intensiva destrucción de la vida condiciona una confrontación cada vez más cruel entre dos tipos de personas, los cuales en realidad representan la división contemporánea del mundo en clases: la clase de los fanáticos destructivos del capitalismo y la clase de los luchadores intelectuales e inflexibles por la supervivencia de la humanidad.

Al volverse el capitalismo el sistema totalitario destructivo, éste provoca que el hombre se vuelva un ser totalizador creador de la vida – para el que la herencia emancipatoria (libertaria y cultural) de la humanidad es el fundamento de la autoconciencia crítica y la voluntad trabajadora (creadora de vida). En la lucha por la conservación de la vida y para la creación del mundo nuevo, el hombre se volverá el ser humano real. No será el hombre mitológico que, como el ave Fénix, se elevará de las cenizas capitalistas con las alas intactas, sino el hombre concreto que con todo su ser sentirá las consecuencias de la destrucción de la naturaleza debido a que pertenece a ella de manera orgánica. De aquí que la creación del nuevo mundo conlleva la (auto) limpieza y la (auto) construcción del ser humano – la transformación del hombre en un ser purificado natural (creador de la vida). En lugar de la energía cósmica (Nietzche), la cual es tan sólo la presentación metafórica del poder vital del capitalismo monopólico, en el hombre brotará la fuerza vital de la humanidad. La “voluntad por el poder“ se volverá la voluntad por la libertad y la supervivencia.

En la lucha por la preservación de la vida en la Tierra creando un mundo nuevo llevará a tal unificación de la humanidad que serán superados todas las formas de mediación que alejan a los seres humanos unos de otros y que hacen del hombre una herramienta de fuerzas “superhumanas“ para el alcance de objetivos “anti-humanos“. En lugar de principios morales con base en los cuales se construye la conciencia represiva y normativa que sirve para la conservación del sistema gobernante, la necesidad esencial y existencial de un ser humano por el otro se volverá la base de las relaciones inter-humanas. El “movimiento anti-globalizador“ tiene un sentido histórico y existencial únicamente si es una parte constituyente del movimiento mundial anti-capitalista. Este no persigue solamente un único sujeto social del cambio, como lo es el proletariado industrial en Marx, sino un movimiento social amplio que incorpora en su seno a todos los desposeídos y a los que están concientes de que el capitalismo está llevando a la humanidad a la ruina. Los movimientos para la emancipación de las mujeres, los cientos de millones de personas que se sienten solas y a las cuáles el capitalismo les destruyó la vida, todos ellos son participantes potenciales del movimiento que confrontará el capitalismo. Al mismo tiempo, la caída del “Estado de bienestar“ de nuevo encenderá la lucha de clases en los países capitalistas desarrollados. La participación directa en la organización del proletariado contemporáneo y otras capas y grupos afectados por el capitalismo – esa es una de las tareas más importantes de este movimiento. El movimiento mundial anti-capitalista debe unificar a todas aquellas fuerzas y movimientos políticos del mundo que combaten el imperialismo actual, mismo que no posée solamente un carácter genocida sino también ecocida. Al mismo tiempo, este movimiento debe conservar una relación crítica hacia los programas de desarrollo en cualquier parte del mundo, los cuales están basados en la destrucción planetaria y desarrollan la mentalidad consumista.

No se trata aquí de la creación de un tipo de “élite“ intelectual que se autoproclame la “conciencia“ de la humanidad y que de esa manera se vuelva una agrupación ajena a la gente normal, sino de la gente conciente de la naturaleza destructiva del capitalismo que está dispuesta a dedicar su vida a la lucha por la conservación de la vida y la libertad de la humanidad. La inteligencia humanista real debe alumbrar el camino que lleva al futuro. Con la crisis cada vez más dramática creada por el capitalismo, ésta debe volverse el faro que brillará con una luz cada vez más fuerte conforme se haga más densa la oscuridad creada por el capitalismo. El principio de Prometeo se ha vuelto el principio básico existencial. Por ello resulta de una importancia trascendental no flexibilizarse y no adaptarse a la situación política momentánea. La flexibilización significa la pérdida de la capacidad de alumbrar – sin lo cual la humanidad desaparecerá en la oscuridad destructiva de la nada capitalista.

Una respuesta a Noam Chomsky

U

Kosovo, Estados Unidos y la rebalcanización de Yugoslavia: 

una respuesta a Noam Chomsky

por:  Ljubodrag Simonovic,E- mail: comrade@orion.rs

Translation to Spanish:

 Nestor Gorojovsky

 

“Respetamos al Sr. Chomsky por su valerosa resistencia a la política imperialista de los EEUU; lamentablemente, en su entrevista al diario “Política” de Belgrado (mayo 7 y 8 de 2006) coincide con la política implementada por Wáshington como solución definitiva para la crisis de los Balcanes.

A la pregunta “¿Cuál es la solución realista que ve usted para el status final de Kossovo, y cuánto difiere de la actual propuesta de EEUU?”, Chomsky responde: “Hace mucho que en realidad la única solución realista para el status definitivo de Kosovo es la que propuso el presidente de Serbia (Dobrica Cosic), en algún momento de 1993, creo:  una especie de partición de los serbios. Ahora quedan pocos serbios, pero lo que alguna vez fueron regiones serbias debería incorporarse a Serbia y el resto podría “independizarse”, como dicen, o sea integrarse con Albania. En verdad, diez años atrás no veía tampoco otra solución.”

La solución de Chomsky no tiene nada de nuevo. En realidad, es un “modelo” para Kosovo que pusieron en práctica la Italia y la Alemania fascistas durante la Segunda Guerra Mundial. En lo que hace a la referencia que Chomsky hace de Dobrica Cosic, el ex-presidente de Yugoslavia, como coartada es bastante problemática si se piensa en los motivos que tenía Cosic para proponer la partición de Kosovo.

Chomsky coincide en todo con el estáblishment norteamericano. No nos habla solamente de una solución justa al problema de Kosovo, una solución de principios. Habla de una “solución realista”, pero ¿cuál es verdaderamente la base del “realismo” de Chomsky? En primer lugar, el hecho de que los albaneses son una mayoría en Kosovo y no quieren vivir en Serbia. ¿Sería igualmente “realista” el “realismo” de Chomsky si los EEUU no respaldaran a los albaneses?  En ese caso, ¿no se aplicaría otro realismo, como por ejemplo que los albaneses son un 15% de la población de serbia y que los serbios, como mayoría, no quieren que Kosovo se separe de Serbia?  La “solución realista” de Chomsky se fundamenta, en realidad, en los resultados de la limpieza étnica de serbios y otros no albaneses (unos 300  000) que perpetraron los grupos terroristas albaneses -organizados y armados, según admite el propio Chomsky, por los EEUU-. A eso se sumó el asentamiento en Kosovo de centenares de miles de albaneses provenientes de Albania.

¿Qué pasaría si el principo de “autodeterminación” de la mayoría étnica se aplicara a solucionar las cuestiones de las minorías étnicas en los países europeos?  Sería acaso, según Chomsky, una “solución realista” la secesión de Macedonia occidental para anexarla a Albania? O quizás que Grecia anexione las porciones de Albania donde los griegos son mayoría?  Y qué decir de una anexión turca de los sectores de Grecia y Bulgaria donde lo son los turcos? O de la anexión por Hungría de las regiones de Rumania, Serbia y Eslovaquia donde hay una mayoría magiar enla población total?  ¿Y Abjazia, Osetia del Sur, el Karabaj montañoso (Nagorno Karabaj), etc.?  Qué hacer con Cataluña, el país vasco, Córcega, el Sur del Tirol, las regiones turcas con mayoría kurda, Crimea y los restantes sectores de Ucrania con población rusa, así como con los países bálticos con población rusa mayoritaria?

Chomsky ofrece a los albaneses de Kosovo que, como minoría nacional, ejerzan el derecho a formar su estado y ser anexados por Albania.  Y qué, entonces, del derecho de los serbios y croatas en Bosnia Herzegovina -donde no son minorías nacionales sino pueblos constituyentes- ¿qué del derecho que tienen a decidir su propia independencia?

La pregunta es: ¿se da cuenta Chomsky de que su concepción “realista”, de hecho, legitima el principio de limpieza étnica que el gobierno estadounidense respalda abiertamente? No importan los motivos que pueda tener;  su concepción invita a disgregar los estados multiétnicos.  ¿Qué sentido puede tener para Serbia, donde viven 24 nacionalidades?  Prácticamente todas las zonas fronterizas de Serbia quedarían abiertas a la promoción de choques entre nacionalidades para facilitar su anexión a los países vecinos. De hecho ya hay provocaciones en los sectores del país poblados con población musulmana (Sandzak) o húngara (Voivodina).

No puede esperarse que los serbios acepten “pacíficamente” la secesión de aquella fracción de su país que representa la fundación del estado serbio y la conciencia nacional de su pueblo.  Los serbios tienen plena conciencia de que los verdaderos ocupantes de Kosovo no son los albaneses sino los estadounidenses. Chomsky no dice nada sobre la presencia de la base Camp Bondsteel (la base estadounidense más grande de Europa) en Kosovo. Y en realidad ésa es la razón principal que tienen los EEUU para arrancar Kosovo de Serbia y anexarla a Albania.  Los EEUU están tratando de hacer de los Balcanes y los estados de Europa Oriental un corredor militar que aísle a Europa de Rusia y le impida a Europa una aproximación al Oriente Medio. La “Gran Albania” sería el punto estratégico principal en el plan estadounidense de ahincarse en territorio europeo. En su entrevista, Chomsky “olvidó” mencionar que la razón inmediata para los bombardeos de la OTAN a Yugoslavia fue el rechazo, por parte de Milosevic, de la firma de un documento en Rambouillet donde los EEUU exigían el despliegue de más de 30 000 soldados de la OTAN en Yugoslavia. En realidad, lo que exigieron era que Milosevic respaldara la ocupación de su propio país.

Ante la pregunta “¿Porqué inició la guerra EEUU?”, Chomsky hace referencia al libro de John Norris, donde se afirma:  “La verdadera razón de la guerra nada tuvo que ver con los albaneses de Kosovo. La verdadera razón fue que Serbia no puso en marcha las reformas sociales y de mercado que se le requerían, y esto significaba que era el único rincón de Europa que se negaba a aceptar los programas neoliberales dictados por EEUU y ésto había que pararlo”. En la misma entrevista, Chomsky afirma que Milosevic “debió haber sido derrocado, y probablemente lo hubiera sido a principios de los 90 de haber votado los albaneses”. Para Chomsky, las fuerzas que tenían que haber derrocado a Milosevic se encuentran en los grupos políticos serbios que sirvieron de caballo de Troya a los EEUU y recibieron centenares de millones de dólares para ello, a los que suma los albaneses separatistas. ¿Cómo puede alguien combatir la política criminal de los EEUU en los Balcanes y, al mismo tiempo, apoyar las fuerzas políticas que despliegan la política estadounidense en los Balcanes?

¿Qué opina Chomsky sobre Milosevic?  Piensa que “cometió muchos crímenes”, que “no es una buena persona”, que “es una persona terrible pero las acusaciones que se le hicieron jamás pudieron demostrarse”. Le preguntan “¿Simpatiza Ud. con Milosevic?”, y responde “No, fue terrible… Ciertamente, jamás hubiera cenado o conversado con él. Sí, merecía ser juzgado por sus delitos, pero este juicio no se hubiera podido llevar adelante, ni siquiera en caso de haber sido medianamente justo. Fue una farsa, realmente se pusieron contentos cuando murió”.

¿Por qué “delitos” debería haberse juzgado a Milosevic, y porqué tendría que haber sido derrocado a principios de la década del noventa?  Había introducido el sistema multipartidario y promovido una constitución según la cual la base de la formación política de la sociedad es el ciudadano y no la nacionalidad, con la más completa oposición de las fuerzas políticas que apoya Chomsky, quien no dio una respuesta concreta a la reiterativa pregunta.

Básicamente, Chomsky no tiene una visión política de los Balcanes que asegure a estos países la posibilidad de preservar su independencia, sin la cual el cuento de las “libertades democráticas” no es sino una farsa. Es por eso que Chomsky imagina una oposición “democrática” que debería haber derocado a Milosevic:  algo que jamás existió de verdad. Madeleine Albright reiteradamente afirmó que se bombardeó a Yugoslavia para llevar al gobierno a aquellos que apoyaran la política estadounidense en los Balcanes.  Ésta es la verdadera oposición que intentó derrocar a Milosevic, y llegó al poder el 5 de octubre de 2000: ese día hizo de Serbia y Montenegor una colonia estadounidense.

En la “democracia” que Occidente impuso a Serbia por la agresión militar, más del 50% de la población en condiciones de trabajar se encuentra sin empleo;  más de 65% de la población de menos de 30 años está desempleada;  el salario promedio está en 300 euros al mes; casi el 80% de los empleados del sector privado carecen de seguridad social; solo en Belgrado hay más de 80 000 adictos a las drogas; los estudiantes pagan cuotas que llegan a decuplicar las de tiempos de Milosevic; el proceso de privatización forzosa entregó por monedas casi todas las fábricas, minas, recursos hídricos y otras formas de propiedad social a empresas de Occidente y a mafias locales; el PBI está por debajo del nivel que tenía incluso durante la época más dura de las sanciones económicas; se cierran los diarios y los canales de TV que critican a Occidente;  todos los días alguien pierde su trabajo por estar en contra de la política vigente; se roban bancos, se asesina carteros y muere gente en choques mafiosos todos los días… Serbia se ha transformado en una sociedad “democrática” acorde con las normas de Occidente.

Slobodan Milosevic fue y sigue siendo el símbolo de la lucha por la libertad del pueblo serbio, le guste a Chomsky o no. No es por casualidad que haya asistido a la ceremonia funeraria que lo llevó de Belgrado a Pozarevac mucha más gente que la convocada el 5 de octubre de 2000. Una de las consignas principales fue: “¡Kosovo es Serbia!”. Ésa es la realidad en la que tendríamos que concentrarnos si deseamos tener paz en los Balcanes.“

Introducción al libro “Un mundo nuevo es posible”

I

Introducción al libro “Novi svet je moguć” (Un mundo nuevo es posible), autoría de Dunja y Ljubodrag Simonović

Ljubodrag “Duci” Simonović, abogado y doctor en filosofía así como una de las leyendas del baloncesto yugoslavo en general y específicamente del club belgradense Crvena Zvezda (La estrella roja), en co-autoría con Dunja Simonović, su hija y filósofa como él, publicaron en el 2005 el libro Novi svet je moguć (Un mundo nuevo es posible) [Dunja i Ljubodrag Simonović, Novi svet je moguć, Ed. Dunja i Ljubodrag Simonovic, Belgrado, 2005; e-mail: comrade@orion.rs; Duci’s blog: https://ljubodragsimonovic.com/ ], cuya introducción, bajo el título Basis of Contemporary Critical Theory of Capitalism (Bases de la teoría crítica contemporánea al capitalismo), me encontré traducida al inglés en esta entrada del blog Cirque Minime/Paris publicada por MickCollins.

Las bases de la teoría crítica contemporánea al capitalismo

La última escena del combate a muerte entre la humanidad y el capitalismo se encuentra en progreso. La particularidad del capitalismo es que, a diferencia de la barbarie “clásica” (la cuál es de naturaleza destructiva, asesina y saqueadora), éste aniquila la vida creando un “nuevo mundo” – una “civilización tecnificada” y un hombre adecuado, deshumanizado y desnaturalizado. El capitalismo ha erradicado al hombre de su medio ambiente (natural) y ha cortado las raíces a través de las cuales éste absorbía la fuerza creadora de la vida. La ciudades son “jardines” del capitalismo donde “crecen” las criaturas degeneradas. El excremento de perro, la gasolina y el hedor de las coladeras, los anuncios espectaculares brillantes y las luces rotantes de las patrullas policiales a lo largo de la noche – ése es el entorno del hombre del “mundo libre”. Destruyendo el medio ambiente natural, el capitalismo está creando condiciones climáticas cada vez más extremas en las que el hombre está luchando cada vez más y más duro por sobrevivir – y está creando condiciones de vida artificiales accesibles únicamente para la capa más pudiente de la sociedad, lo cuál está ocasionando una degeneración definitiva del hombre como ser natural. “La humanización de la vida” ha sido limitada a la creación de condiciones micro-climáticas, de incubadoras capitalistas especiales – condiciones artificiales de vida completamente comercializadas para las cuales la gente degenerada resulta apropiada.

La verdad más dramática es: el capitalismo puede sobrevivir la muerte del hombre como ser humano y biológico. Para el capitalismo, el “hombre tradicional” es tan sólo un medio temporal de su propia reproducción. El “hombre consumidor” representa una fase transitoria en el proceso de mutación del hombre, causado por el capitalismo, hacia la forma “más avanzada” del hombre capitalista: el hombre-robot. Los terminators y otros engendros robotizados que son producto de la industria hollywoodense de entretenimiento que crea la “visión del futuro” degenerada a manera del capitalismo, encarnan los poderes creativos, apartados del hombre, que se convierten en los vehículos para la destrucción del hombre y la vida. Se está creando una nueva “raza superior” de humanoides robotizados, la cual podría chocar con la “humanidad tradicional”, entendiendo por esta última a la gente capaz de amar, pensar, soñar despierta, luchar por la libertad y la supervivencia – e imponer su gobierno sobre la Tierra. En lugar del nuevo mundo, se está creando el “hombre nuevo”- el que está siendo reducido al nivel de la humanidad incapaz de comprometer al nuevo orden gobernante.

La ciencia y la tecnología se han vuelto la palanca básica del capital para la destrucción del mundo y la creación de la “civilización técnica”. No se trata aquí únicamente de la destrucción lograda por el uso de los medios técnicos. Se trata de la tecnificación de las instituciones sociales, de las relaciones interpersonales, del cuerpo humano. La transformación creciente de la naturaleza en un sustituto de “la naturaleza”, la creciente deshumanización de la sociedad y la creciente denaturalización del hombre son las consecuencias directas del esfuerzo del capital, dentro de una guerra económica global sin piedad, por lograr la comercialización completa de los entornos, tanto el natural como el social. El optimismo de la Ilustración se podría difícilmente apoyar sin reservas hoy en día; la noción de Marx, de que el hombre emprende tan sólo las tareas que puede resolver, particularmente el optimismo basado en el mito de la “omnipotencia” de la ciencia y la tecnología. La carrera por las ganancias ya ha causado daños irreparables e impredecibles tanto al hombre como a su medio ambiente. A través de la creación de una “sociedad de consumo”, es decir, a través de la transición del capitalismo hacia la fase de la destrucción pura, tal incremento cualitativo en la destrucción de la naturaleza y la humanidad se ha estado desarrollando de manera tal que la vida en el planeta está encarando literalmente una “cuenta regresiva”. En lugar de que se estén “marchitando” (Engels) las instituciones de la sociedad capitalista, lo que se está marchitando es la vida misma. La tesis de los teóricos de la burguesía conservadora, según la cual la historia de la humanidad termina con el capitalismo, se está volviendo cada vez más convincente. Al menos que se impida, el capitalismo acabará, ya para el inicio del tercer milenio, con lo que queda del mundo.

Lo científicos son la forma humana en la que el capitalismo utiliza las fuerzas naturales para controlar a los hombres y la naturaleza. Éstos han sido reducidos a idiotas especializados quienes, en el mundo de la técnica, en el que todo funciona por medio de “apretar botones” y en donde “todo está bajo control”, ven un mundo ideal al que habría que añorar y en el hombre-máquina, la “culminación del progreso”. Los científicos, a los que por “adquirir conocimiento” se les paga con su propia humanidad, perciben a la gente como enemigos y a las máquinas como a “amigos”. De la misma manera en la que la ganancia y no el hombre es esencial para los capitalistas, “el progreso” y no el hombre resulta esencial para los científicos – siendo el “progreso” el otro nombre para la ganancia, y la “ganancia” siendo el otro nombre para la destrucción. Los miembros de la “inteligencia técnica” son personas mutiladas no aptas para expresar su humanidad. El miedo hacia la gente se transforma en el odio hacia la gente. Ellos prescinden de manera conciente de todas las características que los hacen hombres, y escapan al mundo técnico en el que pueden “experimentar” con máquinas, la gente, el mundo viviente… El Poder de la ciencia y la tecnología se transforma en el poder de la manipulación y la destrucción. Para ellos, el mundo técnico se vuelve el mundo “natural” y el desafío estético más elevado, tal como la torre Eiffel, el tiranosaurio capitalista, la cuál simboliza la dominación de la  “civilización técnica” sobre el hombre.

Se está volviendo cada vez más evidente que el capitalismo está creando una crisis social y ecológica cada vez más profunda, misma que no puede controlar. La transición del capitalismo se está desarrollando de su etapa de “capitalismo controlado” a la del “caos incontrolable”, la cuál representa la “respuesta” final del orden gobernante a su propia incapacidad de manejar la crisis existencial en escalada dramática – de la cuál pueden generarse ya sea la detrucción del capitalismo y la creación de un mundo nuevo, o la destrucción de la humanidad y la vida sobre la Tierra. Las consecuencias del capitalismo no pueden ser controladas por medio de instituciones sociales, ya que éstas se han vuelto igualmente herramientas de las corporaciones capitalistas y han sido utilizadas para lograr sus intereses.

Los hombres han sido privados de los derechos humanos básicos: el derecho a la vida, al trabajo, a un medio ambiente saludable, a la familia, a la felicidad, un futuro… El proceso de despersonificación emprendido por medio del gobierno capitalista no muestra responsibilidad alguna por sus propias acciones. Invisible e imposible de aprehender, el espíritu del capitalismo, el cual se vuelve la fuerza fatal del destino, gobierna el mundo. Las corporaciones multinacionales destruyen el sistema legal internacional, las instituciones democráticas, el “Estado social”… La arena política se vuelve un circo político, los políticos se vuelven los bufones del capital. Las disputas públicas sobre los problemas sociales esenciales han sido reemplazadas por problemas fabricados. El “gobierno del Estado de derecho” se vuelve una máscara ideológica de la tiranía capitalista. Tarde o temprano, la esfera política se vuelve el vehículo de la clase gobernante utilizada para la depolitización de los ciudadanos y la exterminación de la confianza en las instituciones democráticas y la esperanza hacia la posibilidad de crear un orden social racional que pudiera ser una encarnación de los principios rectores de la Revolución Francesa – sobre los cuales está basado el humanismo moderno. Resultó que la democracia (del Occidente) es una forma política del gobierno del capital sobre el hombre. Las corporaciones multinacionales destruyen el legado emancipatorio de la sociedad civil, y las instituciones que deberían de ofrecer una posibilidad para la expresión de la voluntad política de los ciudadanos se vuelven en lugar de esto último, los medios para lograr sus intereses. Las posibilidades de la articulación política del descontento ciudadano creciente a través de instituciones están disminuyendo. Un número decreciente de problemas que determinen el destino de las personas han sido elevados a “cuerpos representativos”. Un número cada vez menor de personas toman parte activa en elecciones. En lugar de ser el sujeto político, el ciudadano se vuelve consumidor de programas políticos. Todo ocurre en concordancia con los principios de la economía de mercado, dentro del cuál una buena mercadotécnia es de primordial importancia para la venta de productos. “¡El dinero no apesta!” se vuelve el principio político básico. La política se vuelve una industria para la producción de falacias e ilusiones “democráticas”.

Mientras más se desarrolla la crisis del capitalismo, acompañada ésta por un creciente descontento de la gente – lo cuál genera irremediablemente la necesidad de la creación del nuevo mundo, ya que esto es un imperativo existencial – tanto más agresivos los esfuerzos de la clase gobernante por impedir su desintegración. La tarea más importante de la política gobernante es volver inexistentes las posibilidades objetivas de que el cambio del mundo existente obtenga potencial real, a través de prácticas orientadas hacia el cambio efectuadas por los oprimidos. Por ello, la destrucción de la mente (crítica) y la “pacificación” de los oprimidos a través de la idiotización se vuelven las tareas más importantes de la maquinaria propagandística gobernante. Los gobernantes capitalistas degenerados del mundo desarrollan mecanismos crecientemente terribles para la destrucción física y mental de la gente. La política gobernante está limitada a las técnicas para la manipulación de los oprimidos por medio de lo cuál está siendo aniquilado el legado emancipatorio de la sociedad civil, mientras se desarrollan relaciones cada vez más agresivas entre razas, naciones, religiones y sexos… Han sido impuestos los conflictos entre pueblos, artificialmente provocados y controlados, por medio de los cuales la confianza en el hombre y la energía orientada hacia el cambio deben extinguirse. Los “sospechosos generales” han sido etiquetados de tal manera para volverlos responsables de las causas del descontento y blancos hacia los cuales debería de dirigirse la ira de los ciudadanos privados de sus derechos. De esta manera, una relación crítica y orientada hacia el cambio para con el mundo y cualquier conciencia de clase están siendo aniquiladas, a la par que se está creando el fascismo contemporáneo. La fabricación del miedo, usada para preparar al público para el uso de los medios de destrucción masiva (incluyendo la bomba atómica y la de neutrones) por los “chicos malos” alrededor del planeta, se está volviéndo la tarea más importante de la maquinaria propagandística gobernante. El perpetuum mobile capitalista está en acción: el capitalismo genera un descontento creciente el cuál se transforma, por medio de la política limitada a la técnica de redirección del descontento de la gente hacia el cumplimiento de objetivos anti-humanos y económicos, en una fuerza generadora de la represión y la destrucción. El régimen gobernante trata de lograr la total criminalización de la sociedad, lo cuál significa que se ha creado el caos – controlado por esa misma manera de vivir (way of life) basada en el principio totalizador de “el pez grande devora al pez pequeño” – dentro del cual todos los esfuerzos por crear un mundo humanista están siendo degenerados. La criminalización de la sociedad se vuelve la forma de integración de los oprimidos a la órbita espiritual y existencial del capitalismo más importante y una manera de tratar con la lucha libertaria (de clases). La base de la criminalización de la sociedad capitalista se encuentra en la expectativa de que ésta elimine el “excedente” de la población, en otras palabras, la “fuerza laboral inútil”. La destrucción biológica de los oprimidos se vuelve la manera más eficiente de controlarlos. Éste método ha sido utilizado “de manera exitosa” por la administración norte-americana con los indios en las “reservaciones” a lo largo de todo EUA: methanol y cobijas infectadas con viruela alguna vez jugaron el papel hoy en día asignado al SIDA, cigarros, drogas y la comida envenenada…

Mientras más veloz esté operando el capital, tanto menos espacio le queda a la humanidad. El capitalismo destruye la familia y todas las demás formas de vida social y produce al hombre solitario, para el que se vuelve crecientemente difícil aceptar la responsibilidad y oponerse a la manía capitalista. Este es el momento sicológico de una importancia extraordinaria para el orden gobernante. La desgracia creciente se vuelve el generador del mal creciente con el que se mezcla masoquísticamente el ciudadano promedio (pequeño burgués) en afán de evadir su propia responsabilidad en el aniquilamiento del mundo – proceso en el que participa, de manera activa o pasiva. Nadie plantea en público el problema de la responsabilidad del hombre en el “desarrollo” global establecido – ya que esta responsibilidad implicaría el derecho a la libertad y la vida. Por ello, el concepto de la “felicidad futura” fue reemplazado por el miedo a perder la vida, como el factor principal motivacional del comportamiento. El hombre capitalísticamente degenerado ha perdido la esperanza de poder hacer cualquier cosa en el área social, de manera que intenta contruír barricadas alrededor suyo al interior de su propia deseperanza atomizada y crear su propio micro-mundo. “La libertad” de los esclavos del capitalismo está limitada a la posibilidad de adquisición de una variedad creciente de maneras aún más destructivas para “escapar” de la cotidianidad ofrecida por la industria del entretenimiento. El capitalismo genera al hombre patológico quien acepta la destrucción como parte de la vida – el pequeño burgués (petit bourgeois) es el hombre degenerado a la manera capitalista. Se ha vuelto víctima de la nada capitalista (capitalist nothingness) a tal grado que encuentra consuelo para la agonía cotidiana que experimenta en la visión del aniquilamiento final y espectacular de la humanidad: el instinto vital se transforma en instinto por la destrucción.

El capitalismo como orden totalitario quiebra el legado emancipatorio de la sociedad civil que abre una posibilidad de la creación del nuevo mundo – y produce formas de lucha política que contienen una naturaleza destructiva. El terrorismo es la forma degenerada por el capitalismo de luchar en contra del capitalismo – la violencia destructiva que utiliza los medios y los métodos capitalistas – y únicamente contribuye a la intensificación del proceso de la destrucción. No añora la creación del nuevo mundo, sino la aniquilación del existente. Esta es la diferencia esencial entre la lucha revolucionaria y las acciones terroristas. Los fanatismos y no la conciencia visionaria basada en la razón y la libertad, dominan la violencia terrorista. El fanatismo es una consecuencia de la destrucción crecientemente despiadada del mundo y la gente, efectuada por parte de los monopolios capitalistas. Un ejemplo típico es el así llamado “extremismo islámico”: una consecuencia inevitable del esfuerzo cada vez más evidente por aplastar a los musulmanes y tomar el control total sobre los depósitos petroleros. Al mismo tiempo, la “lucha en contra del terrorismo” es una nueva máscara ideológica del imperialismo norteamericano análoga a la “lucha en contra del bolchevismo judío”, la máscara del Drang nach Osten (impulso al Este, N. del T.) nazi, la aniquilación de los judios y los eslavos y la conquista del Lebensraum (el medioambiente, N. del T.) del capital alemán. “La lucha en contra del terrorismo” se vuelve un pretexto para la introducción del terror global por parte de las corporaciones capitalistas más poderosas. Aquellos que aterran al mundo a modo de la “lucha en contra del terrorismo” intentan aplastar a todos aquellos que amenazan sus esfuerzos por transformar al mundo entero en su propio campo de concentración. La “protección” ofrecida para salvarse del terrorismo es de naturaleza amafiada: aquellos que no acepten el abrazo acerado del “policía global” estarán expuestos al peor terror estadounidense. “El terrorismo global” se vuelve el “peligro mayor que amenaza a la humanidad” – es lo que se ha estado repitiendo constantemente por los sirvientes de la política norteamericana alrededor del mundo. De su posición frente al terrorismo se puede observar el verdadero alcance y los reales objetivos de la política de los EUA: el terrorismo no se relaciona con lo ideológico ni es una cuestión de alineación, éste supone una naturaleza global y anti-existencial.

Las oligarquías gobernantes de los países capitalistas más desarrollados están “resolviendo” la crisis existencial cada vez más profunda al interior de sus sociedades respectivas, pasándola a los hombros de los pobres del mundo. La supervivencia del capitalismo está directamente condicionada por el saqueo y la destrucción del mundo entero. El imperialismo contemporáneo (el cual fue nombrado “globalismo” por los intelectuales al estilo Coca-Cola), a diferencia de sus formas históricas antecesoras que eran explotadoras (¡Roba!) y genocidas (¡Mata!) en su naturaleza, es de una naturaleza ecocida (¡Aniquila!). La OTAN, el FMI y otras “organizaciones internacionales” son únicamente vehiculos que el Occidente utiliza para llevar a cabo su terrorismo ecocida y la política genocida basada en éste. Se ha establecido un nuevo fascismo, basado en el total terror global capitalista: cada parte del planeta y cada segmento de la vida se vuelve medio de reproducción capitalista – lo cuál significa que la vida en sí se vuelve el terror sobre el hombre y la destrucción de la humanidad. La destrucción cada vez más intensa de la vida lleva a la radicalización de la política genocida: la destrucción de un número cada vez más grande de personas se vuelve una precondición para la supervivencia de un número cada vez más pequeño de personas. Dentro de este contexto se estableció una teoría “de los mil millones dorados” (the golden billion) que representa una referencia estratégica para las prácticas políticas de los países capitalistas desarrollados. Esta manía capitalista ecocida genera un miedo creciente por la supervivencia y consecuentemente, basándose en este miedo, establece condiciones para la radicalización de las decisiones políticas y la acción política. El uso de bombas atómicas y de neutrones, los viruses artificiales (como el HIV) y otros medios letales se vuelven una herramienta legítima “de defensa”. En casi todos los reportes producidos por los “expertos” occidentales, la “sobrepoblación” del planeta es “el mayor peligro para la supervivencia de la humanidad”. El miedo por sobrevivir está siendo redireccionado hacia naciones del mundo que están “procreando en exceso” y con ello están comprometiendo la supervivencia de todos. La solución se ha impuesto por sí sola: la destrucción de miles de millones de “superfluos” es esencial para la supervivencia de la humanidad. Aquellos que sin reservas destruyen la naturaleza y exterminan pueblos se vuelven “los salvadores de la humanidad”. El Occidente tiene una vasta experiencia en la destrucción de naciones: la exterminación de los indios norteamericanos por el capitalismo estadounidense, y de los aborígenes chinos y australianos por el imperialismo británico – muestran las “tradiciones” occidentales de eliminación de los “excedentes” de la humanidad. Al mismo tiempo, basado en el “nuevo orden mundial” estadounidense, el “globalismo” (o la globalización) provee de condiciones para el establecimiento de nuevas plutocracias genocidas “nacionales” que tienen la tarea de destruir a la “población excedente” en sus territorios respectivos, aplicando medidas económicas y de otras naturalezas. El desarrollo sucesivo del capitalismo será pagado por miles de millones de personas inocentes, por un número creciente de especies de la fauna silvestre enfrentando su extinción, por el mundo viviente completo… Tarde o temprano, todo ello sirve para posibilitar a algunos millones de “ricos” mentalmente degenerados continuar el “disfrute” de la riqueza material creada para ellos de las cenizas y la sangre, tolerancia hacia lo cual ha sido proveida por el uso de la policía, la mafia y la tiranía militar, al igual que las ilusiones creadas por la industria del entretenimiento. Los fanáticos capitalistas son el peor tipo de terroristas: están destruyendo la vida en la Tierra.

La lógica económica del capitalismo monopólico, basado en la noción de que “el pez grande devora al pez chico”, obtuvo el grado de la razón política gobernante que determina las relaciones entre Estados. Lo que los nazis no lograron con armas y campos de concentración, las corporaciones capitalistas del Occidente lograron usando el dinero y la extorsión económica: la transformación de los países del ex-“bloque del Este” en su propio “espacio vital”, mientras que transformaron a sus ciudadanos en modernos esclavos (a la Coca-Cola). Los círculos políticos europeos en el poder identifican a Europa con la “Unión Europea” de la misma manera en la que los ideólogos nazistas declararon a Europa “el nuevo orden europeo”. Son exactamente aquellos que abogan por una Europa como una comunidad de naciones equitativas y que insisten en su herencia emancipatoria – los que son los enemigos más amargos de la “Unión Europea” que es un vehiculo para las corporaciones europeas más grandes en su camino hacia la destrucción de la herenica emancipatoria de la naciones europeas. La así llamada “Unión Europea” está siendo construida sobre la ilusión de que la entrada a la “Unión” les garantiza a todos los países europeos “prosperidad y una mejor vida”. Habría que recordar aquí que el principal objetivo proclamado por “el nuevo orden europeo” nazista fue “hacer a todas las naciones europeas felices”. La Unión Europea es (1) un orden anti-humano y destructivo basado en los principios gobernantes del capitalismo monopólico, “el pez grande devora al pez pequeño”, y “el dinero no apesta”; (2) su esfera política gobernante no provee de la oportunidad de expresión de la voluntad política de los ciudadanos sino que representa una forma política del gobierno del capital sobre el pueblo; (3) toda el área institucional, normativa y propagandística de ese orden está dirigida hacia la destrucción de la autoconciencia cultural y libertaria de los pueblos y hacia su integración a la orbita espiritual del capitalismo a nivel de la “masa” idiotizada de trabajo-consumo. La “Unión Europea” no es una “comunidad democrática de naciones”, sino una forma de integración de las corporaciones multinacionales europeas en su lucha en contra de las corporaciones estadounidenses – las cuales usan al Estado norteamericano como vehiculo para lograr satisfacer sus intereses al nivel global. La “Unión Europea” no está basada en las tradiciones emancipatorias de las naciones europeas, sino en las tradiciones imperialistas del capitalismo europeo. No es un objetivo humanista sino un vehiculo de las corporaciones más poderosas por el cumplimiento, a través de “medidas” económicas y políticas, de los objetivos idénticos a los que Hitler esperaba alcanzar para el capital alemán – por medios militares. Es la fase transitoria en el “desarrollo europeo” que lleva a la creación de un nuevo orden fascista (ecocida). De manera apropiada, esta “integración de los pueblos europeos” establecida de manera capitalista está causando que prosperen el nacionalismo y el racismo en respuesta a la privación de los derechos humanos y civiles básicos – lo cuál es una introducción a choques de dramatismo creciente que se desarrollarán basados en la frecuente imposición del capitalismo monopólico, y también basados en la contaminación creciente del medioambiente natural y el deterioro biológico de los pueblos europeos. El terrorismo ecocida capitalista genera inevitablemente el nacionalismo, el cuál ya no se basa en la lucha por obtener y mantener un trabajo o un estándar de vida, sino en la lucha por la supervivencia. Se está haciendo cada vez más evidente que “la unificación de Europa”, en lugar de desarrollar el optimismo y un ambiente de tolerancia, que corresponderían a los “ideales humanistas” a los que se refieren los políticos, lo que está creciendo es el miedo del ciudadano por su futuro a la par de su intolerancia. Los “discursos humanistas” ya no pueden conciliar la criminalidad creciente, el desempleo, la destrucción del “Estado de bienestar” y, junto con ello, de la protección social, la devastación del medio ambiente, el abuso de drogas, violencia, suicidios, fanatismo, extremismo, el florecimiento de las sectas satánicas y del fascismo, las rupturas familiares, el número creciente de niños sin padres, el tráfico de humanos y el de niños con objetivo de abuso sexual o su asesinato y robo de órganos (en Inglaterra tan sólo, más de 40,000 niños pequeños “desaparecen” anualmente), la proliferación del SIDA y otras enfermedades que diezmarán a los pobres, la soledad que está alcanzando dimensiones epidémicas… La “Europa unida” genera racismo, similar al desarrollado en EUA. Los pueblos de Europa del Este y de los Balcanes están obteniendo el estatus de “pueblos sin cultura”, lo cuál significa “criaturas inferiores”. Las lenguas habladas por la población de los Gastarbeiter (trabajadores invitados o inmigrantes trabajadores, por ejemplo en Alemania, N. del T.) no se perciben como parte de la herencia cultural europea, sino que se vuelven motivo de discriminación. Como un fenómeno masivo, los trabajadores inmigrantes les impiden a sus hijos aprender su propia lengua materna para enmascarar sus orígenes y evitar humillaciones. Tomando en cuenta que un número insignificante de hijos de inmigrantes logran obtener educación superior, se vuelve claro que el privarlos de su lengua materna se vuelve una obliteración de su ser cultural, acto por medio del cual éstos están predestinados a volverse “la fuerza de trabajo sucia”, están predestinados a realizar los trabajos más duros y peligrosos. Dentro de la “Unión Europea” se puede discernir claramente la pirámide racista del poder, basada en la supremacía económica, política y militar: Alemania, Francia e Inglaterra están en la cima, Italia, España, los Países Bajos, Bélgica… están por debajo de los primeros, los pueblos balcánicos se sitúan en el fondo de la pirámide. En la “Europa Unida”, el lugar reservado para ellos es el que los afro-americanos ocupan en los Estados Unidos de América. En su camino “hacia Europa”, los pueblos balcánicos perderán su propia (auto)conciencia histórica (cultural) y la dignidad libertaria para volverse la fuerza de trabajo recolectora de basura, mientras que los Balcanes se vuelven la fosa séptica de Europa. A los pueblos balcánicos se les ordena renunciar a sus mitos libertarios que son la base de su conciencia histórica y libertaria, mientras que al mismo tiempo se espera de ellos aferrárse al mito de “Europa” como una “comunidad de naciones libres”: los mitos libertarios han sido reemplazados por mitos coloniales. La “unificación de Europa” en concordancia con el modelo estadounidense, es decir basada en los intereses de las corporaciones multinacionales y su lucha por la supremacía, lleva a la aniquilación del “nacionalismo” lo cual se traduce en el aniquilamiento de la herencia cultural de las naciones europeas y su derecho a tomar decisiones políticas soberanas. Los EUA están poblados por el deshecho de las naciones europeas y otras, degenerados sus habitantes por el “american way of life” y la “cultura” Coca-Cola. En Europa, nos referimos a las naciones históricas como las que asocian su identidad nacional, civil y cultural con su propio país, en el que nacieron, y la libertad por la que pelearon sus ancestros. Este país es su patria vital y espiritual y la base de su imagen propia humana. “La identidad europea” no se puede construir sobre principios formales (tales como una constitución), sino basándose en la tradición libertaria y la herencia cultural de las naciones europeas. Los europeos tienen que ser personas juiciosas y resueltas que desafíen los procesos de destrucción de la herencia cultural y de la vida en general; personas (o pueblo) que llegarían a convertir, por medio de la lucha política, el potencial objetivamente acumulado para la creación de un nuevo mundo basado en la razón y la libertad en un potencial realista de liberación. Europa (el mundo) debería de volverse el jardin en el que las flores de todas las culturas europeas (internacionales) florecieran juntas. No tiene importancia qué flor es “más grande”, sino que cada una de ellas emane su propio aroma. Se trata de la implementación de las ideas que guiaron la Revolución Francesa, ideas que no son tan sólo humanistas, sino que se han vuelto principios básicos existenciales. Tan sólo basándose en una lucha por el nuevo mundo puede lograrse el legado emancipatorio de las naciones europeas y las otras naciones viviendo en Europa. Europa superará la crisis social creciente creando el nuevo mundo – o colapsará. Para los pueblos europeos, la aceptación del “american way of life” significa el suicidio.

En la guerra económica global cada vez más despiadada, llevada a cabo entre las corporaciones multinacionales más poderosas, las instituciones sociales se vuelven un instrumento utilizado para asegurar un “desarollo estable” del orden capitalista. Todo está en juego: el mecanismo completo institucional se tiene que estar desarrollando en concordancia con las crecientes demandas impuestas por el interés en los activos. No es verdad que “la política dejó de depender de la economía de una manera clásica”, como asegura Habermas, sino al contrario, es completamente controlada por la lógica de las relaciones económicas en su intento por volver a la sociedad un campo básico de producción y consumo dentro del cual el razonamiento y el comportamiento de la gente (el pueblo) estaría completamente supeditado al interés existente del capital. El Estado se vuelve el vehiculo para “introducir” a la sociedad la lógica básica de relaciones como el principio supremo para la organización de la vida social, de manera que la “eficiencia” (alguna vez “la justicia”) se vuelva el principio político clave. La “superestructura” se vuelve el medio para volver de la lógica de relaciones básicas una fuerza impulsora de la vida social entera y jugar un papel activo en su deshumanización. Su actividad se basa primordialmente en la “planeación del futuro” como un impacto activo para incrementar la certeza de la supervivencia del orden establecido. Con el descenso de la superestructura hacia la base, el círculo se ha cerrado: el Estado se vuelve el cociente totalizador del gran capital que necesita integrar a la sociedad (primordialmente para conservar la “paz social”) y posibilitar el desarrollo estable del capitalismo. Al insistir en la “introducción de elementos de la superestructura en la base”, existe la intención de probar que la razón ha triunfado sobre el caos (el así llamado “capital organizado”). De hecho, la “razón” se ha vuelto una forma de manifestación de los procesos irracionales de la reproducción capitalista. El soporte fundamental de la “razón” se vuelve el cociente instrumentalizado (destructivo) vuelto un vehiculo para el desarrollo (ciencia, tecnología, organización, etc.) y la protección (la represión económica, policiaca, ideológica y de otras formas) del orden establecido. Su esterilización se llevó a cabo de manera exitosa; se ha limpiado de todos los “perjuicios relacionados con los valores” y se ha vuelto un vehiculo ciego y eficiente para controlar al hombre. Se trata de la llamada “mente técnica” que ha aceptado las formas contemporáneas de la planificación tecnológica, aplicándolas (adaptadas y mejoradas) a la planificación del comportamiento humano. En este sentido, el maquillaje muy polítizado de la sociedad, la manera en la que se “hace política” se vuelve cada vez más alejada de la gente (el pueblo) y acepta la lógica de la eficiencia tecnócrata como la base para establecer un orden social “racional”. Sin embargo, el intento por establecer una sociedad, ubicada al interior del tumulto de eventos globales, basada en la “razón”, es como intentar reforzar las paredes de un departamento en un edificio que se está cayendo. La estabilidad de cada sociedad capitalista aislada depende de la estabilidad del orden capitalista global. Si sus cimientos están en crisis, usando “medidas racionales” es decir, la integración de la sociedad bajo el patrocinio del Estado, la crisis se puede tan sólo aliviar (la llamada “crisis controlada”), sus golpes se pueden recibir de una manera menos dolorosa, pero la crisis en sí no se puede resolver. La “política racional” de la mayoría de los Estados capitalistas más desarrollados está limitada a la construcción de una especie de rompeolas que bloquée las olas de la crisis y las haga desbordarse sobre los menos capaces (los países menos desarrollados) para resistir la crisis.

El cociente capitalista es el medio de destrucción de la mente crítica que posibilita una visión del futuro y una posibilidad de construír el mundo libre basado en la razón. En lugar de dirigirse hacia la creación de relaciones sociales tales con las que el hombre tendría la oportunidad de ser hombre y proveer lo necesario para su propia existencia, la razón se vuelve un brazo extendido de la estrategia económica (enfocada a las ganancias) la cuál tiende a transformar todas las relaciones sociales en segmentos de su propio desarrollo. La destrucción de la mente por la industria del entretenimiento, en la que los deportes juegan un papel clave, es una parte integral del proceso de destrucción de la “humanidad tradicional” y la creación del “hombre nuevo” reducido a un engendro robotizado. La totalización capitalista del mundo implica la degeneración del hombre a través de la imposición de la manera de pensar “unidimensional” (Marcuse), la cual requiere: una actitud positivista hacia el mundo; la instrumentación (volver instrumentos o medios) de todo y de todos; la dimensión cuantitativa; el misticismo en un empaque “espectacular”; el progresivismo basado en el principio de eficiencia absoluta, la cual a su vez está basada en el principio de la ganancia absoluta… Es la manera de pensar que suprime no tan sólo la esencia (libertad, justicia) sino también la existencia (la supervivencia biológica, la naturaleza), lo cuál significa que es de naturaleza fatalista. Al mismo tiempo, una imagen idealizada de los períodos clásico y medieval se vuelve la base del desarrollo de una idea de trascendencia que se vuelve el vehiculo para la nulificación de la mente visionaria y de la idea de un futuro. La Iglesia cristiana (y también casi todas las demás) son aliados naturales del capital, el cuál intenta destruir la autoconciencia del hombre moderno (el ciudadano) como un sujeto constitutivo de la sociedad civil y el creador de su propio mundo. La cristiandad y las otras religiones apocalípticas contribuyen al desarrollo de la conciencia que la destrucción del mundo es inevitable. Una cosa es predicar tales ideologías en una situación en la que no existe una amenaza real de destrucción global, como solía serlo el medievo, pero algo completamente diferente cuando esa amenaza se está vuelviendo cada vez más real.

La manipulación se mueve de un nivel ideológico hacia uno sicológico. La conciencia se ha “superado” – lo que importa es el subconciente. Tanto la industria de la mercadotécnia como la perteneciente a la esfera política operan basadas en este principio. Todos los esfuerzos se han invertido en impedirle al hombre comprender su propia trágica posición en el mundo, en el que gobierna la ausencia destructiva (destructive nothingness). Es el terror de los medios de comunicación dominado por la industria del entretenimiento y los videoanuncios – los que crean los espejos distorsionados en los que el hombre puede ver tan sólo “su propia” imagen degenerada. El capitalismo destruye de manera sistemática la habilidad y la necesidad del hombre por plantear las preguntas esenciales sobre su propia existencia (social), al igual que su potencial por responderlas. Casi todo el espacio de los medios de comunicación está dominado por aquellos que destruyen la vida y marginan lo esencial, mientras que le atribuyen una dimensión crucial a lo marginal. Los “escandalos sensacionalístas”, “los partidos (deportivos) históricos”, programas protagonizados por las “estrellas” de los medios, las películas “espectaculares” hollywoodenses y las telenovelas – se vuelven vehiculos para desviar la atención de la gente (el pueblo) de los problemas que determinan la supervivencia de la humanidad o su idiotización. Bloquear la conciencia del hombre y proporcionarle una válvula de escape para su ser reprimido, su descontento creciente, el miedo, la ansiedad – y la inseminación del hombre con el espíritu gobernante del capitalismo de donde deberá nacer el “hombre positivísta (positive man)” – ésa es la esencia del “espectaculo”. Por todo lo anterior, la creciente importancia de los deportes. La manipulación sicológica en éstos está basada en la máxima de Iuvenal de panem et circences (pan y circo, N. del T.), inovada al estilo capitalista: mientras menos pan haya, más abundantes juegos sangrientos habrá. El descontento creciente de los oprimidos está ardiendo en los estadios – las chimeneas del capitalismo. El deporte es una forma espectacular en la que emerge la irracionalidad capitalista destructiva – basada en el principio absoluto del desempeño (ganancia) y en el principio social-Darwinista mutado a manera capitalista. Si los criterios existenciales y humanistas (relacionados con la mente) se toman como un objetivo a ultranza, queda claro que añorar romper los récords lleva a la auto-destrucción del hombre, y hacia la destrucción de su ser cultural: el “progreso” se vuelve una manera de obtener legitimidad para las prácticas deportivas destructivas. Tan sólo cuando se perciben de manera adecuada las tendencias del desarrollo del deporte; sólo entonces se puede entender su esencia – es decir, su carácter destructivo. Entonces, una de las tareas primordiales del deporte es la eliminación de la conciencia visionaria. Éste representa un modelo educacional que reconoce su propio resultado en la manera actual de vivir, en la que es elevado al nivel de fenómeno mítico. El deporte es una de las maneras más utilizables para transformar la energia creadora de vida del hombre en una práctica destructiva. La inducción de la sociedad hacia el deporte se ha vuelto una de las formas claves de la totalitarización capitalista del mundo. De la misma manera en la que los Juegos Olímpicos de los nazis fueron utilizados para enmascarar las verdaderas intenciones de éstos, el deporte contemporáneo se está usando para conciliar el “partido” existencial entre el Occidente y el resto del mundo, en el que no hay ganadores y perdedores, sino únicamente los exterminados y los que sobreviven.

El cuento del “american dream” terminó. El asesinato de Martin Luther King, John Lennon y muchas otras personas que lucharon por un mundo humano mostraron claramente que la noción de una “sociedad mejor” representó la mayor amenaza para los grupos capitalistas gobernantes ya que proveó de la posibilidad del desarrollo de una plataforma política que podría dirigir el descontento creciente de los oprimidos hacia la creación de un mundo nuevo (justo). El principal objetivo de la maquinaria propagandística capitalista es matar la esperanza de las personas en que el futuro es posible y que luchar por él sí tiene sentido. No se puede culpar al capitalismo del creciente descontento de la gente, sin embargo sí a los políticos “irresponsables” que prometían un futuro “feliz”. La “visión del futuro” se ha vuelto una comodidad que se le ha estado vendiendo a la gente a través de programas de televisión, a través de la nulificación de su necesidad por fantasear acerca de la libertad y la justicia. Esta comodidad glorifica la tecnología (destructiva) creando de este modo la ilusión de la “naturaleza progresista del capitalismo”. Los científicos están preocupados con lo que le sucederá al planeta en 5 millones de años pero no muestran interés alguno en lo que le pasará a la humanidad en los próximos cien años. En lugar de la confianza en el “american dream“, el cual era usado hasta hace poco por la maquinaria de la propaganda capitalista para la integración de ciudadanos al orden gobernante, el principal vehiculo para el reforzamiento de la dictadura global capitalista es hoy en día la intimidación de ciudadanos con la “amenaza terrorista”.

Los ideólogos del capitalismo representan la vida como si nada serio estuviera pasando – como si el mundo no estuviera en el mero filo de su total ruina. La crítica burguesa del capitalismo no está dirigida en contra del capitalismo, sino exactamente en contra de la crítica que tiende a plantear los problemas esenciales, principalmente el problema relacionado con la tendencia del desarrollo del capitalismo – lo que es la precondición para determinar su esencia. Su crítica al capitalismo está dirigida, de hecho, precisamente hacia el pensamiento crítico que aboga por el reemplazo del capitalismo y la creación del nuevo mundo. Los teóricos burgueses tratan al capitalismo como si fuera un orden no-histórico, es decir, como un hecho dado que no puede ser cuestionado. Desde esta posición resultan las declaraciones sobre la “necesidad” de la globalización capitalista, basada en el interés de las corporaciones multinacionales y el aniquilamiento de la vida, las cuales no mencionan la caída inevitable del capitalismo como una de las etapas históricas en el desarrollo de la humanidad. Los intelectuales a la Coca-Cola, por definición, usan la expresión “comunismo” mientras hablan de la URSS y otros países del “socialismo real” – intentando “probar” que el “comunismo fracasó” y para repudiar la crítica marxista al capitalismo y la idea de un futuro. En su ceguera ideológica, no logran notar que mientras critican a Marx están efectivamente empleando su propio concepto histórico, únicamente adecuado a los requerimientos de la preservación del capitalismo. Francis Fukuyama en su libro El final de la historia y el último hombre (The End of History and the Last Man) encuentra que la razón principal del fracaso del “comunismo” en el Este está relacionada con el hecho de que este orden estuviera basado en la “justicia social”: la lucha por la justicia social se vuelve un principio anti-existencial. Mucho antes que por Fukuyama, el mismo concepto fue “determinado” por Auguste Comte, y por su seguidor Pierre de Coubertin: la lucha de los oprimidos por la libertad y la justicia obstaculiza el “progreso” – encarnado en la burguesía – lo que significa que compromete la mera supervivencia de la humanidad. La crítica a las sociedades “comunistas” anteriores que realiza Fukuyama permanece limitada al rechazo basado en la intención de crear un orden económico racionalmente generado que sirviera al cumplimiento de las necesidades humanas – el cuál posibilitaría al hombre sobreponerse a la crisis existencial cada vez más profunda generada por el capitalismo. Su teoría, también, apunta a las tendencias principales en el desarrollo del pensamiento político del Occidente: las cosas ya no están ubicadas en un nivel esencial, sino en un nivel puramente existencial. Ello significa que todos los vehiculos que provean de una posibilidad de supervivencia del capitalismo son legítimos – a precio de borrar el legado emancipatorio de la sociedad civil y de la “humanidad tradicional”. Para Marx, el socialismo es la fase transitoria entre el capitalismo y el comunismo – que representa el último reemplazo del capitalismo al inicio de la historia real de la humanidad. Ello significa que no es posible el (re)establecimiento del capitalismo si el comunismo fuera alcanzado anteriormente. Las dimensiones del absurdo de la teoría burguesa se pueden percibir en el contexto de la noción que declara que ¡el capitalismo es el “post-comunismo”! Al mismo tiempo, los teóricos como Habermas hablan del “capitalismo tardío” que es de naturaleza completamente diferente del que ocupa a Marx. Éste logra las características que Marx le atribuye al socialismo, lo que significa que el “capitalismo tardío” implementa la idea del “socialismo” de Marx. Horkheimer plantea sus propios análisis en la Dialéctica de la Ilustración como una postura puramente académica. Su actitud hacia el deporte indica que está esterilizando la carga crítica, la que aspira al cambio, cuando trata con la esfera política concreta, creando por ello estructuras enteramente arbitrarias para preservar la armadura ideológica del capitalismo, la que aparece en el deporte en su forma condensada. En cuanto a la Sorge (preocupación, N. del T.) de Heidegger, ésta es de naturaleza abstracta ya que se relaciona con el “mundo” abstracto y el “hombre” abstracto. El enfoque debería, en su lugar, estar en la preocupación concreta del hombre concreto, es decir del hombre que vive en el mundo capitalista en el que prevalece la destrucción. Ya no se trata del miedo del hombre de tener que enfrentar su propia muerte natural inevitable, sino la ansiedad de que tiene que enfrentar la posibilidad crecientemente realista de la destrucción de la vida en la tierra y, por consiguiente, la humanidad misma. En el primer caso, la preocupación permanece en la esfera de la necesidad; en el segundo caso, la preocupación está relacionada con la esfera de la libertad: el hombre no puede evitar su propia muerte, pero se encuentra en posición de prevenir la destrucción de la humanidad y de crear un mundo humano. En este contexto, se puede hacer referencia al problema de la muerte y la extinción. La muerte no tiene que significar extinción si el hombre deja atrás suyo su obra por la que será recordado, es decir una obra que tarde o temprano contribuirá a la supervivencia de la humanidad. En el contecxto del ciclo (la vida) natural, la muerte es una precondición para el nacimiento de una vida nueva – es creadora de la vida. La esencia de la muerte capitalista es la destrucción de la naturaleza mecánica y la forma técnica, lo cuál es también la destrucción del hombre y la vida y, consecuentemente, de la cadena de muertes y nacimientos que crea la vida. El capitalismo no sólo ha privado al hombre de su patria espiritual (Heimatlosigkeit), sino también de su medioambiente vital a través del aniquilamiento de la naturaleza y del hombre como ser biológico; no solamente priva al hombre de su esencia humana, sino que cuestiona su supervivencia. El capitalismo ha “cegado” la preocupación existencial y la esencial: la lucha por la supervivencia se vuelve lucha por la libertad, a la vez que la lucha por la libertad se vuelve la lucha por la supervivencia.

El llamado “pensamiento izquierdista” no ha respondido de manera adecuada al desarrollo del capitalismo. Éste ha invertido la mayor parte de sus energías en la vana disputa acerca del pasado- en lugar de enfocar sus esfuerzos hacia el futuro y juntarlos para criticar al capitalismo como a un orden anulador de la vida. En lugar de diseñar nociones contemporáneas que pudieran posibilitar la creación de un concepto político que pudiera servir como una señal de camino para una lucha radical en contra del capitalismo como un orden destructivo, continúa usando las herramientas conceptuales creadas por Marx y Engels, “barridas” por el capitalismo hace mucho tiempo, al igual que la dialéctica de Hegel (Marx), la cuál se puede tomar tan sólo condicionalmente como el punto de arranque para la crítica del capitalismo – ya que su pirámide (histórica) de la libertad está basada en la certeza existencial. El tren capitalista no paró en la estación en la que, según Marx, debió haber parado (por medios de la revolución socialista), y continuó moviéndose – arrastrando a la totalidad de la humanidad hacia el abismo. La teoría del llamado “socialismo científico” el cuál es el equivalente histórico de la teoría del capitalismo como “final de la historia”, insiste en el principio absoluto de desempeño y, en ese contexto, en indicadores cuantitativos del “progreso” – hundiéndose por lo anterior sin remedio en las aguas lodosas del capitalismo. No es una casualidad el que se le diera tal importancia al deporte (al igual que a otras formas represivas del ejercicio físico), en el sentido de la ideología de la manía por los récords, en la sociedad soviética. Privado de su esencia humanista, la idea acerca del socialismo de Marx fue transformada en la práctica estalinista en el Este; en el Occidente, muchos “partidos comunistas”, tomando el dogma del “socialismo realizado” en la URSS como un hecho, transformaron la práctica soviética en la “idea del socialismo” a la cuál habría que tender. El “proyecto del futuro” ofrecido sigue basándose en la noción que el capitalismo es un orden injusto, no destructivo. La tarea más importante del movimiento global anticapitalista no es únicamente liberar a la humanidad de la opresión sino prevenir su aniquilamiento. Por todo esto la conciencia de las consecuencias del desarrollo del capitalismo representa una conditio sine qua non de la lucha en contra del capitalismo.

La lucha por la supervivencia de la vida y, en este contexto, la lucha en contra del capitalismo, abren una posibilidad para la creación de un movimiento político amplio que superará la clásica división de clases y la lucha de clases, abriendo igualmente la posibilidad para la dilución de la lucha en contra del capitalismo dirigiéndo su energía de aspiración al cambio hacia “proyectos ecológicos” que permanecen limitados a la sanación en vano de las consecuencias del capitalismo y su “mejoría”. El capitalismo ha “resuelto” el conflicto entre el determinismo y la libertad – entre los “objetivos potenciales” para la revolución y el voluntarismo revolucionario – destruyendo la herencia emancipatoria (cultural) de la humanidad, al hombre como ser biológico y a la naturaleza. La única solución real (existencial y esencial) sería una guerra total de la humanidad en contra del capitalismo, lo cuál implica el uso de todos los medios que pudieran causar su destrucción. Esta lucha no sería únicamente defensiva, liberadora o revolucionaria, sino una lucha como nunca se ha peleado: una lucha por la supervivencia de la humanidad y por la preservación de la vida sobre la Tierra. Teniendo en cuenta la intensidad de la destrucción global, se vuelve obvio que el comunismo no es una posibilidad meramente libertaria, como lo es para Marx, sino una necesidad existencial.

La “parte positiva” de la globalización capitalista es que inevitablemente genera el movimiento internacional antiglobalizador que evolucionará, con el tiempo, en un frente anticapitalista más radical. De la confrontación con el mundo existente, evolucionará en la lucha por el nuevo mundo. La exclamación de Marx de su Manifiesto Comunista: “¡Proletarios de todos los países, uníos!” – se vuelve un grito libertario y existencial de la humanidad despierta y plenamente conciente. Las demostraciones masivas anti-globalistas son importantes, pero únicamente si forman parte de la lucha diaria en contra del capitalismo. Sino, se vuelven parte del circo político y guían a las energías de aspiración al cambio al extravío. El problema de la lucha política es primordialmente organizacional. Las formas individuales de confrontación no son irrelevantes, sin embargo, no son suficientes para logros esenciales. Si no se cuenta con una lucha organizada, su impacto permanece tan limitado como lo es el de las piedras arrojadas al río revuelto – al cuál se le puede vencer únicamente por medio de fuerzas unidas. La lucha organizada no significa la dominación de la organización sobre el hombre, siempre y cuando ésta esté basada en la iniciativa individual y si cada individuo está conciente del hecho que el problema es la lucha por la supervivencia de la humanidad. Es un desafío, comparados con el cuál, todos los demás problemas en disputa se vuelven casi insignificantes. Entre aquellos que discuten los “problemas de los trabajadores”, algunos no están satisfechos con el comportamiento conformista de una parte considerable de la clase trabajadora en los países más desarrollados. Sin embargo, ello resulta de su posición al interior de la sociedad. El que su posición no esté “terminada de entenderse” como sujeto político en la lucha en contra del capitalismo confirma de la mejor manera la “preocupación” de los capitalistas por crear la (auto)conciencia de la clase trabajadora y por prevenir su participación política. De hecho, el descontento de los trabajadores está creciendo, a la par que las formas por conrontarlo están volviéndose cada vez más despiadadas. La “sociedad de consumo” no ha agotado únicamente su propio potencial para integrar a los trabajadores al mundo capitalista, sino que se está desintegrando ella misma y, consecuentemente, se están desmorronando los muros del campo de concentración – en el que se sigue manteniendo a la mayoría de los trabajadores. En cuanto a la “democracia” estadounidense, los ciudadanos de los EUA nunca tuvieron la oportunidad de escuchar la verdad sobre un solo tema del que dependen su libertad y su destino y jamás han participado, como ciudadanos emancipados, en la definición y la implementación de la estrategia del desarrollo social. Viven en un mundo que es una mentira absoluta y nunca tuvieron la oportunidad de escoger realmente. ¿Qué sucederá cuando se caiga la cerca – en una sociedad en la que no existen instituciones democráticas que pudieran ofrecer la posibilidad de articular el descontento de la gente alrededor de objetivos sociales generales?

La filosofía en boga no identifica la confirmación de la autenticidad de sus posiciones en la vida, sino únicamente en la filosofía – y así ad infinitum. Se vuelve una razón institucionalizada, separada del hombre y por ello un vehiculo por evitar las atenciones humanas hacia la toma de decisiones vitales clave – lo que unicamente ayuda al orden gobernante. La coraza conceptual fenomenológica se vuelve el camino hacia la creación de la conciencia virtual en las mentes humanas y hacia la destrucción de la relación razonable del hombre con el mundo. El problema correcto puede ser únicamente el problema concreto histórico. Hoy en día, es el problema de la supervivencia. Los problemas filosóficos “tradicionales” se pueden discutir exclusivamente en el contexto de este problema básico histórico (existencial). De otra manera, crean un laberinto en el que la razón capaz de revelar las tendencias destructivas del desarrollo capitalista, prevenir el aniquilamiento de la vida y ganar la causa por un mundo humano debe desaparecer. Una de las tareas más importantes de la teoría crítica es la de liberar a la mente de la filosofía “tradicional” – la cuál desvía la atención de la mente de los problemas concretos existenciales y esenciales, soluciones de los cuales requieren de una confrontación radical con el orden gobernante y la creación de una nueva sociedad – lo cual es el privilegio de los “filósofos” (ahora reducidos a técnicos intelectuales) y un medio para suprimir la lucha libertaria del hombre : la lucha por la libertad (supervivencia) se vuelve una actividad “no razonable” y consecuentemente pierde la legitimidad de una práctica auténtica que aspira al cambio. La participación política indica la verdadera naturaleza de la filosofía – la cual es tan sólo el caparazón en el que se esconde una razón degenerada a la manera capitalista. Esta razón media entre el hombre y el mundo, facilitando el aniquilamiento de la vida y del hombre como ser razonable. La verdad no es un hecho supra-histórico, alcanzable tan sólo por medio de la ciencia y la filosofía alejada del hombre. Siempre había sido concretamente histórica como lo es, también, la lucha por alcanzarla: hoy en día la verdad es la supervivencia, y la manera de alcanzarla es la lucha por la supervivencia. Este es el fundamento concreto de la “voluntad por el poder” del hombre contemporáneo y el criterio para determinar lo apropiado de la acción política.

La teoría crítica no se esconde detrás del “objetivismo” histórico, sino que posee una orientación política clara basada en los valores: invierte esfuerzos para el aniquilamiento del capitalismo y está basada en el derecho del hombre a la vida y la libertad. No intenta crear una nueva filosofía, pero tiende a abolir la filosofía como una esfera separada que media entre el hombre y el mundo y a implementar el legado emancipatorio de la sociedad moderna simbólicamente expresado en los principios rectores de la Revolución Francesa: Liberté, Egalité, Fraternité. En la filosofía clásica alemana, la cual formó la conciencia del hombre moderno, la noción de la razón se relacionaba con la noción de la libertad. Hoy en día, la razón no es únicamente la precondición para la libertad, sino igualmente para la existencia: la lucha por la razón se vuelve la lucha por la supervivencia.

La teoría crítica del capitalismo se debe modernizar a través de la introducción de nuevas nociones, teniendo en cuenta el hecho que la tendencia del desarrollo del capitalismo influye también en la crítica hacia éste. Dos nociones clave deberían volverse la base para la creación de la teoría crítica moderna del capitalismo: la destrucción de la vida por parte de capitalismo y, en oposición a ello, la práctica humana creadora de vida. Éstos conceptos se encuentran dialécticamente en opuesición: la destrucción totalizadora de la vida efectuada por parte del capitalismo lleva a la integración de la humanidad basada en la práctica totalizadora de la creación de la vida. Si en el pasado se podía aún argüír que no existía un punto de partida claro para la fundación y el desarrollo de una teoría crítica de la sociedad, hoy en día, el aniquilamiento de la vida cada vez más dramático, es decir la naturaleza ecocida del capitalismo, representa el punto unificador de partida tanto para el pensamiento crítico como para la práctica (política) con aspiración al cambio. Ello se relaciona con la naturaleza subjetiva de la libertad y la transformación del potencial objetivo de la libertad, establecido al interior de la sociedad civil, en un potencial realista para la liberación del hombre. El verdadero significado de la lucha no está en alcanzar algún tipo de objetivo supra-humano, sino en el desarrollo del potencial humano y de la sociedad como una comunidad a manera de hermandad de individuos emancipados capaces de manejar de manera directa su propia vida (social). Ello no es una tarea para un hombre abstracto, sino para todo hombre. La humanidad está en peligro, ya que la vida de cada individuo se encuentra en peligro directo. Históricamente, el hombre había tenido la oportunidad de alcanzar su propia humanidad a través de la lucha en contra de la tiranía; hoy en día, tiene la oportunidad de lograr su propia humanidad y la oportunidad de sobrevivir por ese medio – luchando en contra del orden aniquilador de la vida. La disposición de sacrificar su propia vida por la libertad se vuelve la disposición de ofrecer su vida por la supervivencia de la humanidad.

El corredor de la muerte capitalista transforma todo lo que el hombre ha creado -instituciones sociales, tecnología, ciencia, economía, educación, arte, religión, deporte, los medios de comunicación – en un vehiculo para la operación del capital, es decir para el aniquilamiento de la vida. Ninguna esfera social permanece siendo el aliado del hombre. No existe nadie más a quién le podría pedir ayuda más que los otros hombres: la sociabilidad es un imperativo existencial. Sólo ahora, cuando ha sido abandonado, solo en su lucha en contra del capitalismo, tiene el hombre la oportunidad de expresar sus propios valores humanos, de volverse el Hombre real y de transformar su mundo en una comunidad de hombres libres. La batalla más extensa y más dramática jamás librada se está llevando a cabo: o el hombre triunfará sobre el capitalismo, preservará la vida en este planeta y creará el mundo compatible con su propia imagen – o será aniquilado.

Translated by daniel durini from mexico

Crisis de refugiados en Europa

C

Los acontecimientos modernos en el mundo árabe son solo un episodio en la guerra global que Occidente ha lanzado contra Rusia. La crisis del mundo árabe es el efecto de esfuerzos de clanes gobernantes capitalistas de instrumentalizar musulmanes para hacer frente a Rusia.

La primera medida fue la destrucción de los estados árabes que tenían relaciones amistosas con Rusia y eran capaces de confrontarse a la política occidental en el mundo árabe. La segunda medida fue creación de formaciones militares radicales islamistas que, con el tiempo, estarán unidas bajo  el mando de los más poderosos líderes islámicos. En ese contexto, el estado islamista ganó la posición de liderazgo entre grupos radicales islamistas. Su tarea más importante es eliminar todas las fuerzas políticas en el mundo árabe que colaboran con Rusia y penetrar en el territorio de la ex república soviética de mayoría musulmana.

Al final, toda Asia Central debe convertirse en un nuevo califato que, con ayuda económica y militar de Occidente, ocupe el Cáusco y levante millones de musulmanes que viven en Rusia contra Rusia. Levantar Asia islámica contra Rusia ortodoxa es el objetivo estratégico más importante de Occidente. Gracias a resuelta oposición de Rusia a la política agresiva de Occidente se ha producido un colapso de la política occidental y las consecuencias de la agresión inundaron a Europa. Crisis de refugiados es la consecuencia del colapso del intento de Occidente a volver el mundo árabe contra Rusia.

Europa es cómplice en la política norteamericana de destrucción de los estados y pueblos árabes. Los líderes políticos europeos se “silenciaron” puesto que, guiados por los intereses económicos de las más poderosas empresas europeas, seguían la política norteamericana con el entusiasmo de sirviente subestimando el peligro de que la crisis pudiera trasladarse a Europa.      

Crisis de refugiados indica la verdadera naturaleza de Europa. Esa Europa no estaba lista para la “crisis de los refugiados” porque se confrontaba con los problemas que no pudo resolver. Crisis de los refugiados es condicionada por la naturaleza del capitalismo europea, que tiene carácter anti-humano y destructivo.

Si Europa se hubiera basado en solidaridad, el problema de los refugiados habría resuelto ya hace mucho tiempo. Verdad, Europa no se basa en solidaridad, sino en los principios rectores del capitalismo monopolista “¡Destruye la competencia!” y “¡El pez grande devora al pequeño!“. Los campamentos, cercas de alambre, policía, ejército, ataques a los refugiados, incendios provocados, histeria fascista… eso es la única respuesta a la crisis de refugiados que puede dar Europa en que todavía gobierna espíritu capitalista.

Crisis de refugiados ha indicado la seriedad de la crisis existencial en la que se encuentran los pueblos europeos. Pánico temor de la llegada de “otros” es el efecto de cada día más dramático deterioro de las naciones europeas. Detrás de la escena espectacular de “la sociedad de consumo” se lleva a cabo el último acto de la crisis existencial de Europa que tendrá un desenlace fatal. “Crisis de refugiados” ha indicado que el capitalismo ha llevado a los países europeos al borde de un precipicio.

Y en el ejemplo de la “crisis de refugiados” se puede ver que en el mundo inhumano los problemas humanos pueden ser resueltos de modo humano. Solo en el mundo humano los problemas humanos pueden ser resueltos de modo humano.

 

 

Noviji tekstovi

Poslednji Komentari

Arhiva

Kategorije

Meta Linkovi

Pratite Ducijev rad i na fejsbuku